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—Vaya... ¿Estaís divirtiéndoos sin mí?—Blair se separó de Caius para mirar cómo Aro hacía un falso puchero.
La chica Swan empezó a boquear sin saber que decir o hacer. ¿Qué demonios acababa de hacer? ¿Acaso se había vuelto loca? No, ¡Caius estaba loco! ¿Cómo se lo ocurría besarle?
Le has seguido el beso, Blair, se recordó.
Entonces, por primera vez en mucho tiempo, Blair se sonrojó. Las risas de los tres reyes no tardaron en escucharse por la sala y el pelinegro se acercó a ella.
—Aquí tienes, amore.—Aro le sonrió, premitiéndose rozar los dedos con los de su compañera al entregarle la tableta de chocolate con leche que Gianna le consiguió rápidamente.
—Gracias...—murmuró, débilmente y aún aturdida por el beso.
—Amato, sé que soy irresistible pero no creo que sea para tanto, ¿no?—se burló y ella le miró mal—Es broma, tranquila.
—¿Por qué demonios has echo eso?
—Porqué quería. ¿Tienes algún problema con que te bese?—preguntó con una irresistible sonrisa ladina.
—Eh... Sí.—respondió con obviedad.
—Bien, ¿dime cuál?
—¿Sabes? Creo que me los voy a guardar para mí.—le sonrió sárcastica y miró a Aro mientras abría la tableta de chocolate y se llevaba un trozo a la boca.—¿Cómo lo conseguiste tan rápido?
—Soy el rey, amore, consigo lo que quiero y cuando quiero.—comentó—¿Y sabes qué quiero ahora?
Blair frunció el ceño.—¿Qué?
—Quiero que me beses.
La castaña tragó saliva, mirando incrédula a el pelinegro.
—¿Es en serio?—preguntó ella, mirándole con seriedad.
—Completamente en serio.
El Vulturi se acercó lentamente, en el fondo para darle la oportunidad de alejarse si así ella lo deseaba, pero al ver que Blair se quedó en su lugar la besó. Empezaron a mover sus labios en una sincronía que incluso asustaba y Aro adentró su lengua en la boca de Blair, comenzando así un beso completamente sensual.
