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— ¿Qué ocurre? — murmuró de nuevo Blair cuando los reyes la obligaron a sentarse en el sofá.
— No es nada malo, amore. — comentó Aro, sentándose junto a ella — Mi ex esposa, Sulpicia,va a venir para quedarse unos días. No es nada importante, pero creíamos que debías saberlo.
— Ah. — soltó Blair por lo bajo. Sin saber muy bien porqué los celos se acumulaban en ella de esa manera. — Ok.
¡Vamos! Solo era la ex, ¿qué era lo peor que podía pasar.
— Estás celosa. — sengenció Aro a quién ni siquiera le hacía falta leerle la mente para saber aquello.
— No estoy celosa. — rebatió y luego alzó una ceja en su dirección — ¿Es que acaso debería estarlo?
— No, por supuesto que no. Yo solo tengo ojos para ti, amore.
— Bien. — dijo, seca. Aunque esa respuesta no dejó para nada tranquilo al pelinegro quién estaba preocupado por la opinión de su reina. — Entonces, si no hay más que hablar, me iré a dormir. O a leer un libro. Yo que sé...
La castaña hizo el amago de levantarse pero fue interrumpida por una calmada pero amorosa voz.
— Espera, regina, hay otra cosa de la que deberíamos hablar.
— ¿De qué? — alzó una ceja — ¿La ex de Aro dormirá aquí o qué?
El tono defensivo de Blair no pasó desapercibido para ninguno de los tres. Caius intentó ocultar una sonrisa.
— Por supuesto que no, amato. La única persona que puede disfrutar de nuestros cuerpos eres tú. — Caius le guiñó un ojo haciendo que ella sonriera un poco. Pero solo un poco.
— Entonces, ¿qué más hay que hablar?
— Bueno... — comenzó Marcus — Hemos estado pensando en el tema de la mordida y eso. — Blair tragó saliva y su corazón se aceleró levemente. El rubio frunció el ceño pero se acercó para calmarla un poco mediante a caricias.
— Ah, y ¿a qué habéis llegado?
— A que no podemos decir por ti como si no tuvieras voz ni voto. — respondió Aro lo que los tres habían acordado — Se trata de tu vida, lo más justo es que decidas tú.
— Exclamaron los secuestradores. — bromeó y eso ayudó a relajar el tenso ambiente que se había creado.
— ¿Es que no vas a olvidarlo nunca? — preguntó Caius.
— No. — negó, aguantando la risa — Te lo estaré recordando toda la eternidad.
— Oh, Blair Vulturi, tú no quieres retarme a mí. — murmuró.
— ¿O qué?
— O te dejaré una semana entera sin poder caminar.
Blair quedó unos segundos en silencio antes de lanzarle un cojín a la cara y estallar en una carcajada.
— En fin. — suspiró, recuperando el aliento — En cuanto a lo de la mordida... Cuándo sea está bien.
— Pero... — siguió Marcus, sabiendo que eso no era todo.
La humana miró a Caius, recordando la vez que le preguntó sobre el dolor al rubio.
— ¿En serio duele tanto?
— Estás asustada. — afirmó Aro.
— Sí.
— No tienes porqué estar asustada. — comentó el castaño, quién había empezado a juguetear con los dedos de su chica — Somos nosotros. Nunca te haríamos daño, lo sabes.
— Lo sé...
— Es normal que tengas miedo. — comentó el rubio — Ni que fuéramos a prohibirte tener miedo. Pero debe ser ese miedo de cuando te montas a una montaña rusa; estás muy asustada pero sabes que no te pasará nada porqué hay seguridad y la han revisado miles de veces. Nosotros somos esa montaña rusa, asusta pero es completamente segura.
Entonces, Blair sonrió. — Wow, has salido metafórico.
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Awwww... como Sulpicia se acerque a mis reyes la mato.
