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—Oye, Caius, te traigo la crema esa para los moratones.—Marcus habló distraido mientras leía el bote de crema y abría la puerta sin levantar la mirada—Pero, ¿qué ha pasado? ¿Blair está bie– —el silencio reinó cuando el castaño vió a su compañera dormida entre los brazos del rubio. Rapidamente, se acercó a ellos.
—Sí, Blair está bien.—Caius rodó los ojos, con una pizca de diversión.
—Demonios, Caius.—maldijo por lo bajo, sorprendiendo a su hermano—¿No la habrás asustado, verdad? Ya sabes, con tus... gustos.
Y, justo en ese momento, Caius se paró a pensarlo. ¿La había asustado? Mientras ella gemía su nombre no parecía muy asustada, pero, ¿y si lo estaba ahora?
Por primera vez en siglos, el poderosísimo Caius Vulturi se sintió aterradoramente inseguro. Se mordió el labio, nervioso y miró a la joven castaña que dormía placidamente a su lado.
—No sé...—murmuró un tiempo después, con inseguridad, pero luego se obligó a calmarse. Venga ya, ¡él era Caius Vulturi!—No.—afirmó al fin aunque, sin poder evitarlo, susurró por lo bajo: —Eso espero.
Blair se empezó a remover lentamente, alarmando a los dos vampiros. La castaña abrió los ojos con lentitud y pereza. Le dolía todo el cuerpo.
Y con todo, se refería a todo.
—Buenos días.—Caius le sonrió, dejándo un mechón de su cabello trás su oreja. Blair sonrió ante el gesto.
—Buenos días...—su voz sonaba ronca y pastosa, algo muy común en ella al estar recién levantada.
Intentó levantarse, queriendo ir al baño y preguntándose internamente que hacía Caius en su habitación. Pero, el fuerte dolor que sintió cuando intentó siquiera sentarse en la cama, recordó absolutamente todo con rapidez.
—Yo que tú no haría eso.—la humana se sobresaltó al escuchar la voz de Marcus y maldició por lo bajo ante el punzante dolor.
Blair debía admitir que lo de anoche fue... extraño. Muy extraño. Pero, sin duda, le encantó.
Caius le sonrió mientras la ayudaba a sentarse bien en la cama, apoyándose contra el respaldo. La Swan se encargó de taparse bien antes de agarrar la primera camiseta que encontró, una de Caius, y ponérsela por la cabeza con rapidez –intentando que sus pechos desnudos se vieran lo menos posible–.
—¿Estás bien, amato?—el rubio la miró con preocupación, con el ceño ligermanete fruncido y ella sonrió, pareciéndole un gesto completamente tierno.
—Todo bien, no te preocupes.
—¿No te habré... asustado? ¿Verdad?
La ojiverde quiso reir pero se contuvo, temiendo hacerle sentir mal, y solo se limitó a negar con la cabeza.
—No, Caius, no te preocupes.—repitió—En serio, todo está bien.
Eso pareció calmar al vampiro en exeso y, a Blair, ese echo volvió a parecerle completamente tierno y adorable.
Menudo despertar había tenido...
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Blair, Blair, Blair... Te tendría envidia, pero prefiero tenerte ganas.
Jajajajajajajja okno . . . Bueno sí, pero haced como que no lo sabeís. Jajaja
