¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al día siguiente, sus orbez siguieron soltando esas húmedas líneas de procedencia desconocida, los congelados vientos eran tan fuertes en esos días que lograron desprender su bufanda, arrojándola hasta la parte más lejana y solitaria del lugar.
Aunque no era la gran cosa, no sería un problema realmente. Siquiera podría sentir la diferencia de tenerla o no.
Supo que no estaba sola ahí al sentir algo en su brazo izquierdo, era la misma niña de antes, poniendo un poco de nieve que había recogido en un espacio vacío de su hombro. También sintió sus manos en su cara, esa rubia arreglaba lo que sus "lágrimas" habían causado.
ーSi no puedes atraparme, querido. ー Pronunció en un susurro cálido que juró, podría haberle hecho derretirse en ese instante. La joven se alejó unos pasos y su mirada ámbar cayó en sus cabellos blancos, eran largos, su cuerpo no era para nada el de un chico.
Ella se alejó, yéndose, dejándole sola otra vez. Y automáticamente sus ojos se humedecieron, ¿Qué era eso? ¿Dependía de una simple niña el que llorase o no? Tan raro, tan estúpido.
No era poseedora de un cuello, por lo que no podía mirar hacia arriba, observar el cielo nublado bañando a todos en copos de nieve. No tenía pies, así que se veía incapaz de caminar y estar en algo más que ese abandonado terreno. Tan mal, tan frustrante.
Sin saberlo estaba empeorando, de un ser tan frío, ¿Cómo salía algo así de caliente?
ーNo llores, muñeco de nieve, no me dejes así. ー La rubia había regresado, él observó algo rojo entre sus brazos, Mary entendió lo que veía y la desdobló, era su bufanda.
Ella se había ido a buscarla.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.