Shining eyes | Chanlix

✧ siete ✧

Todo pasó en menos de 10 minutos, pero Chan lo había sentido como horas.

Continuó viendo el video del chico bailando, repitiéndolo almenos cinco veces. Y en todo ese tiempo pudo deducir algunas cosas.

Uno: El chico definitivamente tiene años bailando, no solo por la manera en que lo hace, si no la gracia y pasión con la que lo ejecuta.

Dos: Cuida muy bien de su figura, por la forma de su cuerpo. Se nota que había mantenido algún tipo de rutina de ejercicios y alimentación, osea que su dedicación era enserio.

Tres: Era extremadamente lindo. De verdad, Chris no sabía qué le estaba pasando, no paraba de ver ese video.

Chan nunca se había sentido especialmente atraído por nadie, sólo llegó a pensar que ciertas chicas eran bonitas pero nada más.

Y jamás pensó en la posibilidad de que le gustara un hombre. Pero tampoco la contemplaba ahora, ya que probablemente la fascinación se le pasaría en unos días.

"Solo es por su baile, es todo, me gusta su baile" se decía cada 10 minutos.

Pero estaba sumamente curioso por conocer a éste chico. Tenía tantas preguntas que quería hacerle, quizás también debería disculparse por grabarlo sin su permiso ¿No era ilegal?

"Debería buscarlo..."

Chan se levantó y miró por donde se había ido corriendo, pero no veía nada, puestos de comida estaban en fila. Entonces su idea de buscarlo y hablarle se esfumó.

Llevaba 20 minutos pensando en la manera en la que se miraron, no era normal tener esa clase de sensación cuando ves a alguien a los ojos ¿O sí?

Chan no se sabía explicar a sí mismo lo que sintió. Primero que nada, al ver sus ojos brillar... Es como si hubiera visto eso antes, pero no sabe en dónde.

Era una especie de Deja Vu que se mezclaba con asombro y miedo.

Sí, Chan tenía miedo de lo que pudiera pasar después. ¿Qué pasa si se lo vuelve a encontrar y no sabe qué decir? ¿Cómo le explica que miró ese vídeo mil veces como un acosador obsesionado?

¿Cómo se explicaba a sí mismo que estaba desesperado por querer volver a verlo?

—Esto no puede ser...

Después de caminar en círculos alrededor del árbol, se volvió a sentar cansado de darle vueltas al asunto. Se iría a casa, tomaría una ducha y trataría de despejar su mente.

Tomó sus cosas, se puso su bolso y miró por todo el parque, ni una señal. Entonces caminó de nuevo hasta su casa.

Y lo primero que hizo al llegar no fue ducharse. Comenzó a escribir.

[. . .]

Felix había tenido el mayor pánico de toda su vida. No es como si fuera mucho teniendo en cuenta que tiene 19 años.

Pero realmente se sintió ansioso cuándo después de terminar de practicar la coreografía, se encontró con un chico mirándolo fijamente.

Pero muy, muy fijamente. Como si quisiera leer algo dentro de él que ni el mismo sabe.

Hubo un momento donde el contacto visual le generó una vergüenza tremenda. Especialmente por que se sintió cómodo durante pocos segundos.

Bien si se había asustado y salió corriendo como una gallina, le gustó que alguien se hubiera interesado tanto en su baile para mirarlo así.

Sorprendente no fue tan intidimante como pensó. Hubo una especie de calidez en su mirada que nunca antes había sentido.

No puede ser ¿Le estaba gustando ese chico? Imposible, no puede pasar.

Félix se había escondido detrás de una estatua mientras pensaba en todo eso, y se asomaba de vez en cuando para ver si seguía allí. Sólo lo vio yéndose un rato después.

Se sintió algo decepcionado, quizás no fue lo suficientemente bueno para que lo buscara, o intentara hablarle. ¿Había subido de peso? ¿Sus pies no estaban derechos?

—Basta Felix...no puede gustarte alguien de nuevo—Se dijo a sí mismo mientras jalaba su cabello hacia abajo.

Volvió a donde estaba antes, verificando que el chico de ojos lindos ya no estuviese ahí. Continuó practicando un rato más y volvió a su casa cerca del atardecer.

Se bañó, cenó, y revisó sus redes un buen rato. Pero antes de quedarse dormido, volvió a pensar en lo que pasó en el parque.

Esos ojos expectantes... ¿Qué querían de él? Se regañó por imaginar cosas que no tenían sentido, como si ese chico volvería a buscarlo en el mismo lugar de nuevo...

Se quedó dormido.

Ahora se encontraba en medio de una plaza, personas con ropas grises iban y venían a pie, con caballos, carruetas.

Él tenía un traje muy extraño puesto. Camisa blanca manga larga con botones de perlas, chaqueta marrón de cuero y pantalones de seda blancos que ondeaban con el viento.

Miró sus pies, tenía unas zapatillas de ballet realmente antiguas y un poco incómodas. Miró a todas partes, él se encontraba en un escenario, y su nombre no era Felix.

Tampoco estaba en Corea, no sabía identificar el lugar, pero parecía mucho como Europa.

Chicos de su edad, todos con casi el mismo atuendo que él comenzaron a ponerse en lugares, preguntó a uno de ellos qué pasaba.

—El rey vendrá a vernos bailar, Henry, ¿Estás mal de la cabeza o el agua del pozo te afectó?

¿Pozo?

Este chico lo empujó hasta un sitio en el escenario, la gran cortina roja desteñida comenzó a abrirse lentamente. La luz del sol entró, y pudo ver cómo gradas de madera estaban llenas de personas, pero en el medio habían asientos muy grandes y con cojines dorados.

La música comenzó a sonar y automáticamente comenzó a bailar, de aquí para allá, saltando, girando, levantando a otras personas o siendo levantado.

No sabía cómo, pero sabía perfectamente qué hacer en ese baile. Henry, osea Felix, era el que cerraba el baile con una caída perfecta.

Escucho vítores, gritos, aplausos. Miró hacia los asientos grandes de madera, y justo al lado del Rey estaba un joven de cabello negro y ropas finas.

Mirándolo fijamente, sonrió y sacó una rosa discretamente de su capa, tendiendosela. No sabe cómo, pero lo entendió.

Era el amante del príncipe.