14

653 71 2
                                    

— Entonces, Jisung y tú— hizo un pausa, miró al suelo y luego regresó sus ojos a mí — ¿Se aman?— preguntó finalmente y yo asentí con mi cabeza para responder — Interesante, creí que jamás se dirían que se amaban— dijo.

— ¿Por qué creías eso?— pregunté.

— No te lo diré— dijo y, acto seguido, se levantó de aquel sofá blanco en el que ambas estábamos sentadas. — ¿Vienes?— se volteó y me preguntó con una sonrisa en su rostro.

Nuevamente asentí con mi cabeza y, al igual que ella, me levanté del sofá para seguir el camino que Yang Mi había tomado.

Al entrar en la sala ví como Jisung y Jeongin tenían sus alas extendidas de par en par. Creo que tenía una gran obsesión a las alas que llevaban los ángeles. Adornaban de una forma bastante hermosa las espaldas. Los colores blancos y plateados, plumas un poco cómodas y bastante suaves.

Ambos ángeles estaban hablando en un tono sereno. Ni siquiera había notado que Jisung había llegado.

— ¿Ya acabaron de hablar ustedes dos?— preguntó Jisung.

— Sí— dije mientras me acercaba a él.

Cuando llegué hasta donde el Ángel Han se encontraba parado, pude notar como Yang Mi se acercaba a Jeongin y, al llegar hasta él, ambos entrelazaban sus dedos.

— Entonces, ahora nos toca ir a tu casa— habló Jisung.

— Sí— respondí y solté un corto suspiro.

Jisung y yo nos miramos, sonreímos y dirigimos nuestra vista a la pareja de ángeles.

— Espero algún día puedan estar juntos— dijo Yang Mi.

— Vamos a disfrutar el tiempo que tenemos para amarnos— habló el ángel que se encontraba a mi lado.

Era verdad, mientras yo esté en mi estado de coma podía estar con Jisung. Debía disfrutar el tiempo con él antes de volver a despertar. El día que vaya a despertar lo iba a extrañar demasiado pero, por el momento, no me preocupaba, lo tenía a mi lado y eso me hacía feliz.

Nos despedimos del Ángel Yang y de Yang Mi para poder volver a la tierra, mi hogar.

Al tocar mis pies el suelo de cemento, tomé la mano de Jisung nuevamente. Se me estaba haciendo una obsesión tomar su mano pero, pareciera no importarle a él tener mi mano agarrada a la suya.

Y comenzamos el camino hacia mi casa, la cual no estaba tan lejos, solo debíamos dar unos diez pasos y ya estábamos en la entrada. Atravesamos la puerta principal, noté todas las luces prendidas y mis oídos captaron ruidos en la cocina.

Eso solo significaba una cosa, mi mamá aún está despierta.

— ¿Te había dicho que tu casa es es muy bonita?— preguntó Jisung admirando todo su alrededor.

— No recuerdo que me lo hayas dicho— dije mientras soltaba su mano para poder caminar un poco por mi casa.

Mi torpeza no tardo en aparecer, caminé y mi pierna choco un libro que, siendo sincera, no sabía donde estaba antes de aterrizar en el suelo.

— ¿Quién está ahí?— oí la voz de mi madre.

Voltee a verla y se encontraba detrás de Jisung quién con voz asustada y su mirada fija en la señora enfrente de él, dijo — Tiene un cuchillo—.

Reí al ver su rostro de miedo. Miré a mi madre y, en efecto, tenía un cuchillo en su mano. El cuchillo era el más grande que se podría encontrar en la cocina, su filo era mejor que el de cualquier otra cosa afilada. Muchas veces me he lastimado con ese cuchillo al secarlo luego de un excelente lavado.

Al ver que no había nada, mi mamá se acercó al libro y lo levantó para colocarlo en una mesita dónde lo único que había era una pequeño florero y, bueno, ahora el libro.

— Entonces, ¿Harás un tour de tu casa o no?— preguntó Jisung mientras veía como mi madre se volvía a adentrar en la cocina.

— Bueno, este es el living— dije, me acerqué a él y lo llevé a donde había entrado recientemente mi madre.

— Wow— dijo Jisung mientras veía toda la cocina — Blanco y muy bien iluminado— habló.

— Esta es la cocina en donde mi mamá prepara sus exquisitas comidas— dije — ahora iremos al comedor— tomé su mano y lo arrastré fuera de la cocina, cruzamos por el living para poder ingresar a otra habitación blanca.

— El comedor y la cocina me recuerdan al Paraíso— confesó el ángel. — Escuché bastantes veces decirle a tu madre que irías a la biblioteca, ¿Tienes una?— preguntó.

— Sí, sígueme— salí del comedor y comencé a subir las escaleras hacia el primer piso. — Mejor te muestro mi habitación primero— dije y caminé hacia una puerta color celeste pastel. Abrí la puerta y encendí las luces.

— Así que esté es tu cuarto— dijo mientras se adentraba a la habitación. — Me imaginaba un color rosa—.

— Pues no, nada de rosa. Prefiero el negro, además la galaxia pintada ha quedado hermosa— dije.

— Es verdad— dijo Jisung.

Ví como tomó asiento en mi cama y seguía observando con atención toda la habitación.

Noté como todas las cosas estaban en el mismo lugar en el que las había dejado. Me acerqué a la mesa en donde, por lo general, hacia mis tareas. Aunque sea algo raro, extrañaba hacer las tareas pero solo para quejarme de lo difíciles que eran.

Ví mi celular en mi mesa de noche, había olvidado que tenía celular. El día que despierte de mi coma podré decir que yo sí puedo vivir sin un celular.

Sentí unos brazos rodear mi cintura, giré un poco mi cabeza y ví como Jisung acomodaba su cabeza en mi hombro. El momento se me hacía bastante lindo.

Nos quedamos así por un gran rato, no me quería separar de él en este preciso momento. De igual manera el abrazo por la espalda llegó a su fin y justo cuando acabó un mareo se apoderó de mí.

— Yun, ¿Pasa algo?— oí la voz de Jisung un poco distorsionada.

Lo busqué con la mirada y al encontrarlo mi vista se volvió borrosa.

Mis ojos se cerraron y no oí nada más.

angelic melody | han jisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora