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Jisung

Lo recuerdo como si hubiera sido hace dos minutos. Se fue hace una semana, cuatro días, ocho horas, trece minutos y diecinueve segundos, veinte, veintiuno...

— ¡La extraño mucho!— exclamé con mis lágrimas cayendo como si de dos cascadas se trataran.

— Tranquilo, Jisung, deja de de llorar. Has estado así desde que se fue— dijo el Ángel Yang dando pequeños golpecitos en mi espalda y con su mano disponible me ofrecía un pañuelo que no dudé en tomar para secar mis lágrimas.

— Es que no puedo olvidarme de mi querida Yun— dije cubriendo con mis dos manos mi rostro.

Me negaba rotundamente a olvidar a aquella chica que al principio estuvo a nada de sacarme canas verdes. Habían dos razones: la primera, no quería y la segunda, no podía. Sí, así de triste es la vida de un ángel enamorado de un humano.

Yo muy bien sé que ella me extraña, lo está repitiendo en su mente cada segundo. En estos momentos para mi era agotador oír a sus pensamientos decir todo el tiempo: — Extraño demasiado a Jisung—, enserio lo era pero me encantaba.

No mentiré, dejarle una foto mía fue la mejor decisión que he tomado.

Y aquí vamos de nuevo. Su bella voz mental hablando nuevamente: — Lo extraño mucho pero Hye tiene razón— ¿Quién es Hye y en qué tiene razón? — Debo olvidar a Jisung— No conozco a Hye pero ya me cae mal, muy mal.

Yun no me olvidará así como así, lo sé, no podrá.

— ¿Jisung? — escuché la voz de la pareja del Ángel Yang y, Dios, había olvidado la presencia de Jeongin. Miré a Yang Mi para darle la señal que tenía mi atención — El Señor quiere hablar contigo— dijo.

Decir que me quede petrificado era poco porque realmente sentía que me iba a desmayar. El Señor no siempre quiere hablar con los ángeles y que quiera hablar conmigo me causaba pánico, terror, millones de emociones juntas.

No dije nada, simplemente me levanté de la silla en la cual me encontraba sentado y me dirigí a la salida, no sin antes saludar a la pareja de ángeles que me miraban preocupados.

El aire fresco golpeó mi cara apenas puse un pie fuera de la casa. En los alrededores habían ángeles volando de un lado a otro como lo hacen normalmente, esa actitud en todos los ángeles, llamaba mi atención. Si todo estaba normal, ¿Por qué el señor quiere hablar conmigo? Me frustra no saberlo pero hay algo que me frustra más y es no saber dónde se encuentra Dios.

— Bueno, me perdí— me dije a mí mismo viendo mi alrededor y llevando ambas manos a los costados de mi cintura.

Está bien el paraíso no es tan grande pero si ibas por lugares a donde no vas desde que eres muy pequeño, es más que obvio que te perderás. Justamente ese era mi caso.

Dios y yo tenemos una muy buena relación pero aún así no entendía algo.

Desde que yo era pequeño siempre me dijo que no me debía enamorar de absolutamente nadie, no solo se refería a los humanos sino, que a los ángeles también. El amor para mí estaba prohibido pero, no pude cumplir con mi promesa de jamás enamorarme.

Oh, quizás sea eso de lo que quiere hablar conmigo.

— ¿Perdido, Ángel Han?— escuché una voz masculina a mis espaldas.

Volteé a ver de quién se trataba pero no conocía a aquel ángel que se encontraba en frente mío así que, solo me dispuse a asentir con mi cabeza.

— ¿A dónde tienes que ir? Te puedo ayudar— ofreció. Decir que estaba confundido era poco. Parecía ser que aquel ángel me conocía muy bien pero, por mi parte, no sabía quien era él y me desconcertaba no saberlo.

— Debo ir con Dios— respondí aceptando su ayuda. El ángel sin nombre me miró con los ojos abiertos como platos. — Sí, con Dios— dije.

— Está bien, te llevaré con el Señor— dijo y un casi inaudible "Gracias" se escapó de entre mis labios.

Comenzamos a caminar unos largos treinta minutos, ambos en silencio. 

Para ser sincero, no me había dado cuenta que todos me observaban y algunos que otros murmuraban cosas que no lograban llegar con claridad a mis oídos.

. . .

Finalmente, llegamos a un lugar donde no habían ángeles. Una hora y media, ¿Dios habrá pensado en mudarse un poco más cerca de la ciudad central de ángeles?

Había algo que me llamaba bastante la atención y era que no haya ni una sola casa en donde nos encontrábamos parados. — Disculpa, ¿Estás seguro que es aquí?— pregunté mirando el árbol que se encontraba frente a mi.

— ¿Insinúas que no sé dónde vivo?— un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal al escuchar esa voz.

Giré mi cabeza para observar a quien tenía mi lado y me quedé inmóvil al ver a un señor que se notaba que era muy de mayor edad, cabello totalmente blanco. — ¿Dios?— pregunté con un tono de voz bajo para no tartamudear.

— Me ofende mucho que no me recuerdes, pequeño Ángel Han— dijo antes de que su dedo pulgar y medio hicieran el sonido de un chasquido, el cual, rápidamente nos llevó a una casa o, mejor dicho, mansión, todo era blanco alrededor.

— Me disculpo, Señor, no era mi intención— dije mientras hacía una gran reverencia.

Realmente no sabía cómo reaccionar ante su presencia, me ponía... nervioso. Hace muchos años que no veía a Dios y verlo ahora era muy raro, no me veía en condiciones de entablar una conversación con él y mucho menos podré hablar sobre el tema amor o de Yun, simplemente no voy a poder.

— ¿Cómo era su nombre? Yun, ¿verdad?— preguntó él y yo me dispuse a asentir con mi cabeza, no tenía la valentía de mirarlo a los ojos pero eso no quería decir que no noté que se sirvió un poco de vino en una copa. — ¿Cómo fue que te enamoraste? Es decir, tu nunca has prestado atención a los ángeles y mucho menos a los humanos, al menos no en el sentido amoroso— dijo y bebió un poco de su vino.

Pensé un poco antes de responder y cuando supe bien qué decir, hablé —Yo sé muy bien que a mis siete años de edad, le prometí a usted que no me enamoraría de nadie, ya sea ángel o humano. Intenté evitar a toda costa enamorarme de Yun mientras ella se encontraba en coma, pero no lo logré. Me enamoré de su forma de ser, de su tan melodiosa voz, Dios, debes escuchar su voz es como una melodía angelical— hice una pausa para tomar aire, hablar de Yun me hacía sentir bien — Al pasar el tiempo, me di cuenta de lo mucho que ella me importa y que no puedo estar sin ella, simplemente no puedo y, ahora, ella quiere intentar olvidarme con un chico que va estar en su escuela a partir de mañana y eso me duele demasiado, yo no quiero que me olvide pero, lo nuestro es imposible— paré al sentir las lágrimas en mis ojos a casi nada de deslizarse por mis mejillas.

Me alarmó el silencio que había inundado toda la habitación.

— Se nota mucho lo enamorado que estas— dijo mientras dejaba la copa ahora vacía — Debes entender que uno no elige de quien se enamora, yo elijo eso, o sea que sí, yo decidí que te enamoraras de Yun— así que así funciona el amor.

Caminó hacia una mesa que, sinceramente, no había notado que se encontraba ahí y sacó unos papeles. Caminó hasta donde yo estaba y se quedó tan solo unos pocos pasos lejos de mi — ¿Listo para irte Han Jisung?— preguntó.

angelic melody | han jisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora