Se había quedado dormida en el sofá de la sala de estar, la televisión había quedado encendida, su gata angora de color blanco estaba acurrucada junto a ella. Eran las doce y quince cuando Akane despertó, perezosamente se estiró, apagó y cerró su laptop en la mesa de centro de la habitación. Se levantó y arrastró los pies en dirección al baño mientras bostezaba, siendo acompañada por la pequeña felina, cuando sonó su teléfono.
Tomó el aparato y contestó, la animada voz de Kaori, una de sus amigas le reclamó sin antes saludar, debido a que la castaña no había contestado sus llamadas anteriores hechas a su celular. Akane observó el smartphone en su sofá para darse cuenta que se le había acabado la batería. Su amiga le contesto resignada, sabiendo la actitud despreocupada que la chica siempre tenía. Kaori cambió el tema para pedirle un favor, ella y su esposo tenían muchos pendientes y quería saber si la castaña podía cuidar al día siguiente a sus hijos: Yamato y Kiyoshi. Akane no tenía problema, habían quedado de acuerdo que Kaori dejaría a los niños en la mañana en la casa de su amiga, luego cortaron la llamada y Akane se apresuró a ir al baño a alistarse para ir a la cama.
Después de salir, apagó las luces y caminó en la penumbra hacia su habitación junto a su gata. Se guio con la luz de luna que se colaba por las cortinas de las ventanas, tomó la perilla de la puerta de su habitación, pero antes de poder abrir la puerta, repentinamente la gata a sus pies se erizó, mirando atentamente hacia la puerta trasera de la casa
-¿Candy? ¿qué sucede?
Una dulce melodía, de aquellas grabadas en las cajas musicales comenzó a sonar desde afuera, lejano a la casa. Un largo escalofrío recorrió la espalda de Akane, mas no se acobardó. Sigilosamente caminó hacia la cocina, donde se encontraba la puerta de atrás, tomó una sartén y se colocó frente a la entrada. La melodía seguía presente ahí, lejos de su casa, escuchándose con claridad. Se asomó por la ventana que daba a su jardín trasero y no vio nada. Abrió la puerta un tanto temerosa sin embargo nada sucedió. Akane logró distinguir la dirección desde donde provenía la música. Un poco más allá de su jardín, se encontraba la espesa entrada al oscuro bosque, donde nadie habitaba y no muchos se atrevían a entrar, incluso de día. La que hasta ese momento era una incesante música, se detuvo abruptamente para no volver a sonar y un silencio tétrico se hizo presente. La joven entró a la casa y cerró con seguro, pasó un minuto o dos para cuando Candy dejó su estado de amenaza. La castaña decidió dejarlo e irse a la cama acompañada del pequeño animal.
No importaba como se acostaba, Akane no pudo conciliar el sueño, no podía dejar de pensar en aquel suceso tan extraño, ni siquiera las lámparas que tenía en su habitación la lograban arrullar. Jamás había pasado algo así, pero su abuela... bueno, eso ya fue hace mucho tiempo. La mañana llegó sin piedad y el insomnio ganó, el resto de la noche se había quedado estática mirando el techo. Pronto llegaría Kaori con sus hijos, era mejor darse por vencida y levantarse de una vez.
Un crimen realmente atroz y extraño había sucedido en un pueblo ubicado a una hora de la ciudad. La policía del pequeño lugar intentó resolver el crimen, hizo todo lo posible, más no hubo resultados positivos. No era un caso que se podía dejar de lado, parecía ser demasiado serio para dejarlo abierto y olvidado en alguna bodega de las fuerzas policiacas, pero sin ningún rastro o pista que seguir, lo cierto es que no mucho se podía hacer, excepto por el as bajo la manga del departamento de crímenes. La jefa Kasei puso a cargo del caso al mejor detective que tenían: Kougami Shinya. Lo cierto era, que la jefa había obligado al hombre a tomar el caso, el cual de muy malas ganas y negándose hasta el final terminó "aceptando".
El inspector Kougami era famoso entre los policías por ser tan bueno en su trabajo, siempre que un caso caía en sus manos, este se resolvía. En esta ocasión, no es que el nuevo caso era algo que no quisiera tomar por algún motivo relacionado con dicho crimen, aunque no tenía idea de que trataba, solo que hubo mucho movimiento y nada del caso salió en algún medio; la verdad era más simple y amarga de lo que se creería. No había pasado ni cuatro meses desde la muerte de Sasayama, su amigo y compañero en una simple e insignificante redada.
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El caso de las muñecas
Science FictionUn crimen cruel y bajo muy extrañas circunstancias ha ocurrido en un pueblo no muy lejano a la gran ciudad. Kougami Shinya, un prestigioso detective deberá resolver el caso que ningún otro policía logró cerrar, mientras Tsunemori Akane estará en la...