Capítulo 2: De vuelta a la cacería

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-bien... ese día yo estaba cuidando a los hijos de una amiga: Yamato y Kiyoshi de cuatro años

-¿gemelos?- cuestionó el hombre

-mellizos- Kougami le hizo una seña para que continuara- amaneció nublado, pero hacía calor así que los niños estaban jugando afuera, en el patio trasero mientras los estaba vigilando con algo distancia- Akane hacia señas con las manos de lo que explicaba. El hombre asentía mientras tomaba notas- más o menos una hora después llegaron dos niños de unas casas cercanas a esta y me pidieron entrar a jugar con los hijos de mi amiga. Los dejé pasar y todo estaba normal, todo parecía bien, pero ya no aguantaba el sueño así que les avisé a los niños que entraría a la casa por un momento para hacerme un café, como los dos que llegaron último eran mayores pensé que estarían bien- Akane tomó una pausa para restregar sus ojos con sus manos a causa del cansancio. El policía no podía evitar notar que estaba realmente afectada por este suceso- cuando estaba por entrar a la casa por la puerta de adelante, dos niñas llegaron a pedirme lo mismo que los otros niños y también las dejé pasar

-¿es habitual que vengan niños a jugar aquí?

-sí, mi abuela los dejaba venir aquí porque sus padres estaban trabajando y aquí ella los podía cuidar mejor. Todavía los niños vienen a pesar de que ahora yo vivo aquí y como trabajo desde casa los puedo vigilar, aunque no tan bien como mi abuela

-entiendo, siga

-entré a la casa, puse la tetera a calentar y mientras esperaba que hirviera me quedé en la cocina. Escuchaba como los niños jugaban en el jardín- hizo otra pausa para evitar quebrarse y el detective la esperó- preparé el café y salí de vuelta con los niños, pero...

-¿pero?

-pero las niñas no estaban, solo ellas dos faltaban. Me asusté y les pregunté a los niños, pero solo dijeron que Suzue-chan se fue por el costado de la casa buscando algo y que Sato-chan la siguió- la mujer comenzaba a verse más alterada- las busqué por todo el jardín, por toda la casa y nada... solo se me ocurrió buscar en un solo lugar más

-¿el bosque?- Akane lo miró muy extrañada más no dijo nada

-no, en el entretecho. En uno de los costados del entretecho hay un agujero. Unos días antes de eso, hubo un viento muy fuerte y se terminaron de romper unas tablas. Cuando pasó revisé y medí el agujero para comprar los materiales de repuesto y nunca saqué la escalera. Fui a ver ahí y pude ver los zapatos de Sato-chan, subí la escalera y le dije que saliera de ahí pero no me respondió- los ojos de Akane comenzaron a llenarse de lágrimas mientras apretaba sus manos juntas- pensé que se había desmayado y toqué sus piernas... estaban muy frías, demasiado frías... ella ya estaba...

-pasó muy poco tiempo para que el cuerpo se enfriara tanto

-lo mismo dijo la policía, pero nadie sabe por qué. Después de eso, recuerdo que llegaron los papás de los niños varones, que al final me ayudaron a sacar a la niña, y antes de que me lo diga, sé que estuvo mal. Pero temíamos que algún niño la viera al pasar por afuera de la casa, la calle va en subida y se puede ver perfectamente esa parte al pasar frente a la propiedad. Me arrepiento de no haber cubierto el agujero con alguna manta, pero ya lo hice, ya no puedo cambiarlo por mucho que quiera

-entiendo- cambió la página de su libreta- ¿qué sucedió luego de sacar a la niña?

-la sacamos con cuidado, la volteamos y ahí la vimos mejor- la mujer hizo una expresión de horror totalmente genuina. Kougami quiso preguntar, pero se supone que ya había leído todo el informe, y sintió vergüenza así que no lo hizo- aun no puedo olvidarlo

-¿Cuándo encontraron a la segunda menor?- las lágrimas acumuladas en los ojos de Akane cayeron por sus mejillas

-yo seguía sentada en la escalera, miré el agujero pensando ver a Suzue-chan... y la vi, frente a donde estaba Sato-chan, pero al otro lado de la casa- ahora era Kougami quien se sorprendió- llegó la policía y ellos la bajaron. El resto fue lo que seguramente sale en el informe, tomaron declaraciones, pruebas de ADN, huellas, estudiaron el lugar

El caso de las muñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora