«Entre todos, entre tú y yo, te elijo»
Promesa de mejores amigos. Samuel y _____ de veinte años eran mejores amigos desde que tenían memoria, de pequeños para ser exactos, inseparables quien los conocieran. Él siendo el chico más guapo de los dos, como se solía decir a sí mismo: cabello negro bien peinado, ojos color marrones, sus fuertes músculos que gustaba lucir, si había una palabra para describir, perfectamente sería, engreído. Ella aceptaba que su amigo tuviera mucho autoestima, desearía tenerlo también: cabello platinado que llegaba hasta sus hombros, ojos celestes como el cielo, pero nada que lucir, se la describiría como: reservada.
Ambos convivían en la misma casa, sí, como prometieron desde que tenían doce años, una loca idea que se hizo realidad luego de terminar la secundaria gracias a la ayuda de sus padres, pero no eran los únicos, junto a ellos también vivían sus otros amigos, la pareja sexual, como los apodaban: Dinah y Tyler, Brad y por último Lauren, ésta última era pareja de Samuel llevando tres años de relación. Todos estudiaban en la misma universidad, en diferentes carreras.
''Vamos, hace mucho no salimos'' insistió el pelinegro.
''He dicho que no, Sam'' dijo sin apartar la vista de su notebook. ''Debo terminar mi proyecto''
''¡Por favor!'' suplicó girando su silla. ''Un fin de semana como cuando éramos chicos''
''¡Que no!''
''A ver dime, ¿cuándo fue la última vez que salimos?''
''No lo sé, hace un mes quizás''
''¿Ves? Hace un mes no nos divertimos, por favor ____. La pasaremos genial te lo prometo''
''Mierda'' suspiró y lo miró. ''Si acepto, ¿dejarás de molestarme?''
Asintió frenéticamente con una sonrisa en su rostro y la abrazó tan fuerte que sus huesos si fueran de cristal se romperían. Detrás de la puerta sacó una enorme maleta, obviamente lo tenía todo planeado, sabía que su amiga no lo rechazaría.
''Veo que al final aceptaste'' habló Lauren al verla bajar por las escaleras.
''Sí, no ha parado de suplicar''
''Por lo que tardaron, no fue fácil convencerte'' sonrió. ''Una chica difícil''
Sus miradas no se apartaron, la conexión era eterna, sus ojos verdes la penetraban hasta el fondo de su alma, Jauregui la tenía de pies a cabeza, sumamente enamorada. Ese era el problema durante tres largos años de su relación con su mejor amigo, que estaba enamorada de su novia y odiaba aquella sensación de culpabilidad.
''Samuel Peters nunca pierde'' el pelinegro bajó de un salto interrumpiendo sus miradas.