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Tsunade se mantuvo observando las cajas con detenimiento, alzó los hombros con desdén, no tenía otra opción más que ayudar a su yo del futuro en su alocado plan.

Pronto mando a llamar a un grupo de ANBU— ¿Que le ofrece, Tsunade-sama? —uno de ellos preguntó.

Tsunade los observó detenidamente— Necesito que busquen a los 10 de Konoha

Los 4 ANBU se observaron entre sí, interrogantes con una pregunta en mente ¿que no eran 12 los de Konoha?

El silencio inundó el lugar hasta que uno de ellos se atrevió a preguntar— ¿Cuales son los dos restantes que no debemos buscar?

—Shino Aburame y Kiba Inuzuka —respondió la Hokage— Ellos quedan fuera.

—¡Entendido, Tsunade-sama! —tras decir aquello desaparecieron ante la orden de la Hokage.

La rubia Senju suspiró, uniendo sus manos ¿como haría ahora para reunir a los restantes de otras aldeas? Ninguna de las aldeas era aliada, por lo tanto no podría pedir fácilmente a alguno de sus ninjas.

—Que lío —lo que necesitaba ahora era otra botella de sake.

Cuidando que nadie pudiera entrar a su oficina como lo habían hecho anteriormente su versión futura y Shizune, sacó una botella de Sake que estaba bajo de su escritorio— Por fin. —sonrió y estuvo apunto de beber, pero fue interrumpida por una voz.

—Tsunade-sama —la pelinegra apareció frente a ella con el ceño fruncido

La Hokage se sorprendió al verla, ¿cómo había entrado ahí? No había sentido su Chackra.

—Soy Shizune, la que se presentó junto a usted del futuro —le recordó, aunque Tsunade continuaba aturdida por el hecho de los viajes en el tiempo— Vengo a dejarle esto, podría serle de gran ayuda —dejo un par de sobres en el escritorio

Tsunade las sostuvo en sus manos, observándolas con detenimiento antes de abrir sus labios con la intensión de obtener respuestas

Shizune previniendo lo que diría la rubia, inmediatamente le explicó con una suave sonrisa— Son cartas escritas por los Kage de mi actualidad, ellos autorizaron que sus ninjas puedan estar en Konoha para esta misión 

—Gracias —ya se había quemado suficiente la cabeza pensando en una forma de traer a los ninjas de las aldeas cercanas sin causar alboroto.

—No es nada —nuevamente la luz envolviéndola— Suerte, Tsunade sama. —se despidió, desapareciendo

Por fin la Quinta pudo respirar en paz, aunque se recordó a si misma averiguar más a fondo sobre el pergamino de su abuelo para tratar de entender cómo funcionaba eso del viaje en el tiempo.

—¡Shizune! —pronto recordó a su joven asistente, llamandola de inmediato, esperando que esta estuviera cerca para escucharla.

—¿Si, Tsunade-sama? —rápidamente había aparecido en la oficina con un par de pergaminos, justo a tiempo.

Tsunade supuso que la pelinegra se encontraba en la gran biblioteca y no había notado la presencia de hace unos minutos de sus yo del futuro.

—Necesito que mandes un par de cartas a los Kage —hizo notar los sobres en su mano con diferentes colores y letras— La aldea de la Hierba, la Arena, la Neblina y la Nube

Shizune se acercó a el escritorio de la Hokage, tomando entre sus manos las 4 cartas con algo de desconcierto brillando en su mirar— Las enviaré de inmediato, Tsunade-sama —y tras decir eso se retiró.

Tsunade exhaló profundamente, al menos esta vez Shizune no había notado su botella de Sake en el escritorio.

Suspiró cansada, debía dejar de beber si quería terminar con el tema de los hijos de aquella generación de Shinobi

Misión padres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora