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Tsunade Senju nunca fue conocida por tener un buen carácter, tenía problemas con el alcohol, era impulsiva y temperamental, orgullosa en todo su esplendor.

Tenía mala suerte en las apuestas.

Solo ganó una apuesta en toda su vida y esa no fue motivo de sus alegrías.

Fue Quinta Hokage de la aldea de Konoha, no por elección propia, fue el mismo Jiraiya quien la había buscado.

«Jiraiya.» ahora que lo piensa, no había hecho más que escapar, allí sentada en el mismo bar de hace años, bebiendo copa tras copa de sake, solo podía pensar en el tonto albino que fue directo a su muerte.

—¿Desea algo más?

—Otra botella —apartó la botella vacía de sake mientras soltaba un suspiro, cerró los ojos con su mente divagando en recuerdos.

Quien diría que llegaría hasta ese punto de su vida, había sido nombrada Sannin junto a Jiraiya y Orochimaru, se habían separado como equipo, Orochimaru se había convertido en enemigo y tiempo después había asesinado al que fue su sensei y tercer Hokage.

Jiraiya la había buscado para convertirla en Quinta Hokage, aunque su respuesta había sido un rotundo no, no había tenido más opción que aceptar.

Soltó una leve risa al recordar que tan pronto había terminado la cuarta guerra shinobi había escapado de su lugar como Quinta para nombrar a Kakashi como Sexto Hokage.

Pobre alma en pena.

—Aqui tiene.

—Gracias. —hizo un movimiento de cabeza, abriendo sus párpados para observar la botella de sake frente a ella.

Se preguntaba si Kakashi seguía en el puesto de Hokage o había nombrado a otro tonto para el puesto.

Su mente siguió divagando hasta que un leve recuerdo de un pergamino del primer Hokage la azotó.

—¡Eso es! —se levantó abruptamente, golpeando la mesa y asustando a la gente a su alrededor, dejó algo de dinero para pagar la cuenta y salió del bar.

El pergamino ancestral de su abuelo Hashirama Senju y contra todo pronóstico también de Madara Uchiha, un pergamino de viajes en el tiempo que había sido bien escondido en la biblioteca Hokage, aunque le había sorprendido que un pergamino así existiera, no le sorprendió mucho el hecho de estar tan bien escondido, si Orochimaru hubiese sabido de ese pergamino... no quería imaginar que hubiese sucedido.

—Hm —sonrió mientras caminaba por las calles del lugar hasta llegar a la posada y buscar sus cosas.

Regresaría a Konoha, tenía un plan ejecutado en su mente y los objetivos eran claros.

Su vida se había convertido en algo aburrido cuando dejó de ser Hokage, no se arrepentía de dejarlo, pero ahora el recordar ese pergamino la hacía reír con gozo.

Se iba a divertir mucho recordando esto en un par de años.

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