1

3.6K 266 107
                                    

Sonrió al llegar a la entrada de Konoha, los Ninjas del lugar inmediatamente se levantaron de sus puestos para darle la bienvenida.

Al caminar por las calles, su mirada se dirigió a los rostros Hokage casi por inercia, alzó las cejas con gesto interrogante, sonriendo con desdén al darse cuenta del nuevo rostro.

Así que... ese chico había sido el otro tonto que Kakashi había dejado como Hokage.

«Tal parece que el idiota rubio lo logró» pensó mientras seguía su camino hacia la torre Hokage.

Al llegar al lugar, no lo pensó dos veces antes de abrir las grandes puertas de la oficina de golpe— Naruto.

—¡Abuela! —rápidamente se levantó de su lugar, soltando de sus manos la pequeña pelota que rebotó por la habitación en un sonido sordo.

Al notar la mirada de la rubia, rasco su nuca con nerviosismo— E-estaba aburrido, dattebayo...

Luego de unos segundos en silencio, fue el Uzumaki quien frunció el ceño viendo a la ex Hokage.

—¿Por qué entra de esa forma a mi oficina, dattebayo? ¿no le enseñaron a tocar la puerta o que, abuela? 

—¿Debo recordarte que tu hacías lo mismo? — una vena se asomaba por su cien.

Río nervioso, ignorando la pregunta que le recordaba lo irrespetuoso que solía ser, se sentó en su silla y aclaró la garganta para hablar— Abuela, hablando en serio, ¿que la trae por aquí?

Tsunade apretó los puños, a pesar de los años el rubio no dejaba de llamarla de esa forma.

—Busco un pergamino que deje en este lugar. Olvide por completo su existencia cuando me marché de este sitio y regrese a recuperarlo —se cruzó de brazos— Aunque veo que te convertiste en el Séptimo Hokage, a pesar de ser un idiota debo admitir que tenías agallas.

—Es una extraña manera de felicitarme, dattebayo —bufó por lo bajo.

Tsunade soltó un largo suspiro— Necesito tu autorización para buscar el pergamino

Naruto lo pensó un poco, cerrando los ojos y cruzando sus brazos para luego asentir con rapidez— Claro, abuela.

Sin esperar más, la rubia caminó por la oficina hasta llegar al estante en la esquina del lugar, tanteando por los miles de libros.

—Abuela —Naruto la llamó— ¿Qué tan importante es ese pergamino?

—No es de tu interés.

—Si lo es, dattebayo, ahora yo soy el Hokage —apoyó su barbilla en la palma de su mano mientras observaba la montaña de papeles que tenía en su escritorio.

—Ahora no parece tan increíble ser Hokage, ¿no lo crees? — Tsunade le dirigió la mirada, sonriendo casi compasiva al notar todo el papeleo.

Sin dejar su acción pronto un libro en el estante activo un mecanismo que abrió una pequeña abertura en la pared mostrando un pergamino.

Naruto al ver tal escena se sorprendió, su mandíbula abierta casi llegaba al suelo— ¿¡Eh!? —se levanto de golpe, casi volcando la silla Hokage— ¿¡Ese sitio siempre existió?! ¡Kakashi-sensei nunca me dijo nada!

Tsunade ignoró sus palabras, sacando el pergamino para que la apertura volviera en su lugar

—Abuela, ¿qué es ese pergamino? —Naruto no apartó su mirada— ¿Porque había un lugar así aquí?

Al ver que la rubia no tenía intención de responder, volvió a nombrarla— Abuela Tsunade

—Ya te lo dije, eso no te interesa —finalmente Tsunade le respondió mientras comenzaba a caminar hacia la salida

—Abuela —Naruto la llamó, deteniendo su caminar— Usted sabe que como Séptimo Hokage, tengo derecho a saber para que fines utilizara ese pergamino.

—¿Crees que haré algo malo con el pergamino? —preguntó, dándole la espalda— Nunca haría algo que perjudicará la aldea

—No estaba tratando de decir eso, dattebayo, lo que quise decir fue que... — paró de hablar al escuchar el sonido de la puerta cerrarse, Tsunade Senju se había ido, dejándolo con las palabras en la boca—...ya no hay respeto.

Se dejó caer en la silla, cubriendo sus ojos con una mueca en su rostro.

—¿Que está pasando, dattebayo?

...

Una parte de su plan que recién comenzaba a tomar forma en su cabeza estaba completo pero necesitaba algo de ayuda.

Observó el cielo mientras comenzaba a trazar de forma ordenada todo su plan, cada pieza faltante, nada podía fallar y si en dado caso lo que tenía planeado hacer tenía una falla... estaría obligada a solucionarlo.

Pronto el rostro de una pelinegra de cabellos cortos y un cerdito entre sus brazos surco su mente, sonrió, ya tenía en quien dejar su total confianza en aquel plan.

Dirigió sus pasos a la casa de Shizune, quien al abrir la puerta y verla no pudo evitar una expresión de sorpresa en su rostro— Tsunade-sama...

—Shizune —la mencionó con tranquilidad, esperando que la invitará a pasar

—Oh, claro...—Shizune entendió de inmediato la mirada de la rubia, dejándola pasar a su casa para posteriormente servirle una taza de té

—¿Es en serio, Shizune? —fue lo primero que escapó de los labios de Tsunade al recibir la taza de té «¿Acaso esta mujer se volvió loca?»— ¿Que paso con el sake?

—Tsunade-sama, ya no bebo alcohol, tengo demasiado trabajo en el hospital y no me conviene estar todos los días con resaca —explicó, sentándose frente a su antigua mentora al mismo tiempo que bebía té

Tsunade no tuvo más opción que imitar la acción de su ex alumna— ¿Que pasa con Sakura? Creí que ella te estaba ayudando con el hospital

—Si, lo estaba —dejó la taza de té en la pequeña mesa— Pero debió tomarse un descanso por el pequeño Daisuke

Eso hizo que la Senju permaneciera inmóvil, frunciendo el ceño antes de hablar— ¿Daisuke? No me digas que...

—Si, Tsunade-sama, es el hijo de Sakura, recién debe tener 3 meses

Tsunade soltó un suspiro, dejando la taza sobre la mesa— Debo suponer que es del Uchiha.

Shizune asintió— Así es.

El silencio envolvió la habitación, hasta que la rubia finalmente se atrevió a hablar— Shizune, vine aquí porque necesito de tu ayuda

—¿Eh? —la pelinegra la observó— ¿Mi ayuda? ¿Esta en problemas, Tsunade-sama?

—No seas tonta —bufó, cruzándose de brazos— Tengo un plan y tú, Shizune, me vas a ayudar

Shizune tomo un sorbo rápido de té al escuchar a la Senju— P-por supuesto, Tsunade-sama... aunque todavía debe decirme cuál es su plan

—Pues, verás, Shizune...

Luego de las largas explicaciones de Tsunade y de algunos interrogatorios y negativas por parte de Shizune, finalmente lograron llegar a un acuerdo silencioso.

La rubia se despidió, prometiendo visitarla pronto luego de ir a visitar a Sakura y Shizune prometió que la próxima vez si le tendría una botella de Sake especialmente para ella.

La pelinegra cerró la puerta cuando Tsunade se alejó de su campo de visión— Ay, Tsunade-sama...—llevó sus manos hacia su frente al recordar lo que había hablado con su ex mentora.

Misión padres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora