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Karin observó a las parejas, sus ojos carmín tornándose tristes.

—Karin. —Suigetsu la llamó, sin mirarla, pues su vista estaba fija en el sello y los bebés, mientras su pequeña hija dormía plácidamente en sus brazos— No es necesario... y lo sabes.

—Un cambio, por más mínimo... —susurró Karin, siendo escuchada por su esposo— Es peligroso, pero al menos podremos cambiar algo.

Sin más palabras, Karin se encaminó hacia el sello, seguida de Suigetsu. Ambos se miraron brevemente, Karin dejo un pequeño bolso sobre el suelo y se acercó al frágil bulto que descansaba en los brazos del albino. Murmuró un par de palabras en su oído mientras Suigetsu la observaba con atención. Finalmente, dejó un suave beso sobre la frente de su hija.

—Eres una Uzumaki. —Suigetsu observó a su hija mientras la mecía— Estarás bien, porque eres mi hija y eres hija de Karin. Además, ¿te cuento un secreto? Dudo que te deje descuidada en el pasado.

Sonrió y acarició suavemente las mejillas de su hija antes de colocarla en el suelo, junto a los demás.

—Estarán a salvo. —Suigetsu giró para mirar a su esposa— La Hokage lo ha prometido. Confiemos en su... juicio por esta vez, aunque parezca una vieja loca. —hizo un ademán con las manos, provocando una risa suave de Karin.

—Sí. —Asintió ella, alejándose del círculo junto a su esposo.

Ino pasó junto a ambos mientras caminaba hacia el sello, sintiendo a Inojin moverse suavemente en sus brazos.

—Todos se despiden como si... como si fuera una despedida definitiva —bufó, aunque apretó a Inojin contra su pecho. Su corazón de madre no podía soportar dejarlo ir, teniendo en cuenta lo imprudente que era lo que Tsunade les había dicho— Volverás, Inojin. Todos hacen esto como si no volviéramos a verlos otra vez.

Sai, caminando a su lado, sonrió con suavidad.

—Inojin, tu madre tiene toda la razón

Con una mano acarició los cabellos rubios de su hijo mientras en la otra sostenía un pequeño pergamino.

—Es hora de despedirse, belleza. —dijo, dirigiéndose a su esposa, quien asintió y, con un suspiro, dejó a Inojin en el suelo.

—Sigue sin ser una despedida. —Ino acarició las mejillas de su hijo, quien abrió los ojos perezosamente antes de cerrarlos de nuevo, provocando una sonrisa en ella— Mamá y papá siempre estarán esperándote.

—Mamá está preocupada, aunque no lo veas. —Sai se acercó por detrás de Ino, haciendo que ella girara hacia él— Pero sabemos que estarás bien.

Sai dejó el pergamino al lado de su hijo y sonrió antes de alejarse, con Ino siguiéndolo, aunque no quería separarse de su hijo.

—Es hora, Neji. —Tenten murmuró, observando a los demás alejarse del sello.

Neji suspiró y asintió, caminando junto a Tenten hacia el sello. Ella cerró los ojos con fuerza antes de dejar a su bebé sobre el suelo, envuelto en una manta. Neji colocó un pergamino a su lado y, con cuidado, dejó un colgante del Ying y el Yang sobre las pequeñas manos de su hijo.

—Estaremos esperando tu regreso, Kento. —susurró, acariciando suavemente su rostro.

Tenten se acercó a su hijo y depositó un beso en su frente, incapaz de pronunciar palabra alguna. Se posicionó junto a Neji, observando a su bebé dormir plácidamente por última vez antes de alejarse junto a las demás parejas.

—Esto es problemático. —se escuchó la voz perezosa de Shikamaru.

Temari lo observó de mala gana antes de acercarse al sello, meciendo a su hijo dormido en sus brazos antes de dejarlo en el suelo. Le dio un suave beso en la nariz.

Misión padres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora