Vida sin ti

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Cada día se levantaba en la misma posición de siempre, con la cara hacia el techo y los pies en cada esquina inferior de su cama.

Eran esos escasos segundos de su mañana en los que podía perderse en su cabeza y fijarse en la vista que tenía en frente.
Sus pupilas admiraban ese mismo foco de siempre, delineando cada curva, como si se tratase de algo sumamente hermoso.

Después, pasó a observar el blanco techo; si alguien lo viese a la lejanía podría asegurar que se encontraba viendo una hermosa pintura; cuando en realidad, lo que veía era un simple cuadrado de cemento que si alguna vez, la vida le jugara una mala pasada y decidiera tirar aquel objeto sobre él, no tendría ni tiempo para recordar su última comida antes de morir. A veces creía que su mente era un tanto catastrófica.

Arturo suspiró y se levantó de la cama, dispuesto a iniciar su rutinaria vida.

Se vistió dando varias vueltas y tarareando alguna canción pegadiza, para después salir de su recámara y sentarse en el comedor.

—Buenos días, patrón —saludó una amable señora acercándose a él—. Lo veo muy contento hoy, ¿algo bueno pasó?

—Buenos días, Leti. Algo bueno pasará, hoy son las grabaciones del programa —saludó Arturo con una gran sonrisa—. Pero pasando a temas más importantes, espero que traigas un gran desayuno que ahorita traigo un hambre que no me aguanto ni a mí mismo.

—Muy bien, espero que te guste lo que te tengo preparado —comentó caminando hacia la delgada barra que separaba la cocina del comedor.

—¿Está bueno?

—Para chuparse los dedos —aseguró divertida, percatándose del divertido tono que su jefe solía colocar en su voz.

—¡Eso...! Conste, ¿eh?

—Sí, sí.

Leti llevó un par de platos a la mesa del comedor y Arturo sintió la baba caer al percibir el delicioso olor.

—¿No quieres acompañarme? -Preguntó el hombre amablemente—. Una comida tan deliciosa, no debe comerse sin compañía.

—Me encantaría, patrón. Pero ya ves, aún tengo varios pendientes que terminar —declinó, pensando en las diversas tareas que debía realizar.

—Bueno... —Suspiró Arturo—. Pero tampoco te sobreesfuerces, Leti.

—No te preocupes, patrón. Buen provecho —despidió alejándose.

—Muchas gracias, Leti.

Y nuevamente se encontraba solo. Miró su desayuno y comenzó a degustarlo, se tardó bastante en terminarlo. Realmente deseaba algún tipo de compañía. Su soledad opacaba el sabor de la comida.

De alguna forma, todo se veía tan lejano a sus ojos.

Terminó de comer, acabó de alistarse y salió de su departamento.

Se metió en su camioneta y se dirigió al set de grabación.

El trayecto fue de lo más tortuoso y tardío, demasiado tráfico para su gusto.

A la lejanía veía el mar de coches desplazándose lentamente, cual tortugas. Se sentía parte de ese mar, una gota entre otras miles, completamente igual a las demás.

Una visión bastante aburrida y monótona. Ese tipo de vistas le hacían recordar lo vacío que estaba, vacío por fuera y por dentro.

El sol que iluminaba la escena no alcanzó a producir emoción alguna en su pecho, se sentía como un cadáver. Un muerto viviente esperando el día en el que su sueño se vuelva eterno.

A pesar de su usual buen humor y el éxito en su trabajo, su vida carecía de sazón. Algo que le diera color y vida a sus rutinarios días.

Antes, aquello que le daba brillo a su ser eran sus hijos y su esposa, pero los hijos crecen y las personas van y vienen. Realmente, al final no quedaba nada. Lo único que existía ahora, era él y sus interminables días.

O al menos solía ser así.

Estacionó su vehículo y salió del mismo, colocando los seguros una vez fuera. Se metió a un gran edificio y subió un ascensor.

Sí, antes era un hombre sin nada que lograra arrebatarle su usual estado de calma. Nada que lo sacara de ese trance llamado aburrimiento.

Caminó por los pasillos saludando a diestra y siniestra a todos los integrantes del equipo de producción del programa.

Antes no tenía nada. Antes era nada.

Se detuvo al divisar la esbelta figura de su compañero y sintió su corazón acelerarse.

—¡Rodrigo! —Ensanchó su sonrisa.

Nada, hasta que lo vio por primera vez.

I   n e e d   y o u   [Artrigo] |Shark tank México|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora