Hablando claro

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Arturo se levantó de su cama sin ninguna energía. Suspiró al sentir el frío suelo bajo sus pies y bajó las escaleras hacia el comedor.

—¿Y ahora por qué arrastras los pies? —Preguntó Leti con escoba en mano.

—¿No te pasa que hay días en los que desearías no existir? —Devolvió desanimado.

—¿Pasó algo, patrón?

La preocupación de la mujer era notoria y Arturo solo atinó a formar un puchero, para luego decir—: hice algo de lo que me arrepiento...

—El pasado no puede cambiarse, patrón. Así que, lo mejor que puede hacer es enfrentar el problema cara a cara y ver qué puede hacer con él.

—Tienes razón, pero no quiero... —Murmuró el hombre, sentándose frente a la mesa del lugar.

Leti dejó su escoba recargada en la pared y fue a la cocina, para después regresar con el desayuno y colocarlo frente al más alto.

—Nada de "no quiero". Ya eres un hombre adulto y tienes que ver cómo solucionarlo, no puedes simplemente huir, ¿entendiste? —Explicó con cierto tono regañón, típico de una madre.

—Sí... —Respondió cabizbajo.

—Muy bien, ahora come y quítate esa floja pijama que se te hará tarde para el programa —finalizó alejándose.

Arturo suspiró y comió por compromiso, su apetito decidió ausentarse esa mañana.

Se cambió por su usual traje, se despidió de Leti y se metió en su camioneta.

Todo el trayecto se mantuvo pensativo, aún no se le ocurría un plan para encarar a Rodrigo. ¿Qué le diría cuando lo viese? ¿Qué cara pondría?

Se arrepentía profundamente de sus actos de la noche anterior y deseaba con todo su corazón que el alcohol borrara aquel suceso de la mente de Rodrigo.

Llegó al lugar de la grabación de Shark Tank, fue al estacionamiento y cuando apagó su automóvil, soltó otro largo suspiro.

Cerró los ojos un momento intentando calmarse y recordó las palabras de Leti.

«El pasado no puede ser cambiado». Era cierto. Lo hecho, hecho estaba y lo único que podía hacer era decidir sus acciones de ahora en adelante.

Había dos opciones, una: pedir perdón y culpar al alcohol. O dos: convertir sus deseos y anhelos en una realidad.

Ahora que sus sentimientos habían sido expuestos, ¿qué podía perder?

De un momento a otro, la respuesta se veía tan clara en su mente que no dudo en fijarse un nuevo propósito. Si quería algo, haría hasta lo imposible por conseguirlo. Eso era algo que lo caracterizaba muy bien, la dedicación era su mejor arma.

En este caso, lo que deseaba era a Rodrigo.

Salió de su camioneta y caminó hacia el backstage sonriéndole a los que lo saludaban.

Al llegar se encontró con el guapo empresario sentado en un sillón y leyendo un libro.

—Buenos días... —Saludó tranquilamente, sin intenciones de asustar al contrario.

Rodrigo ni siquiera volteó a verlo, se levantó y salió del lugar. Dejando a un Arturo bastante frustrado detrás.

Decidió no darle mucha importancia, seguramente el castaño no estaba preparado para convivir con él aún. O eso decidió creer.

Se dirigió hacia el set de grabación, encontrándose con Carlos y Patricia, los saludó y se unió a su plática.

—Tiburones, vamos a empezar a arreglar el lugar —les comentó un chico de producción.

I   n e e d   y o u   [Artrigo] |Shark tank México|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora