Sin impedimentos

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Había mucho en lo que pensar... Demasiado.

Se sentía completamente abrumado, siempre creyendo conocerse a la perfección y ahora, dudando completamente de esa afirmación.

Las cosas con Arturo caminaron de manera peligrosa y llegaron a un punto en el que es difícil volver a como eran antes. No, en ese momento era imposible que volviesen a ser solo simples amigos, a pesar de que todavía lo viese como uno.

Pero eso no lo asustaba en lo absoluto, lo que él quería averiguar era lo que estaba sucediendo consigo mismo.

Durante todos los momentos pasionales con Arturo, entre besos y caricias... Si realmente hubiese querido, lo podría haber golpeado y haberse negado rotundamente. Si hubiese hecho eso seguramente todo habría terminado ahí. Pero no lo hizo.

¿Por qué no lo había hecho? ¿Por qué al final se había dejado llevar por el mayor? Al final siempre cedía, y no tenía ni idea del porqué.

¿Acaso le estaba gustando un hombre?

Aquel pensamiento cayó en lo más profundo de su ser, arrebatando el aire de sus pulmones.

Cerró los ojos. Tampoco era para alarmarse demasiado.

Si ese era el caso lo único extraño aquí sería porqué esa orientación se hizo presente en este momento de su vida y no antes. Sinceramente, jamás se había sentido atraído por un hombre... Era sumamente extraño.

Y el que comenzara a gustarle Arturo tampoco significaba que sentía alguna especie de profundo sentimiento más allá de la obvia atracción física.

No era como si le fuera a dar el 'sí' al de cabellera ceniza si apareciera frente a su puerta ofreciéndole matrimonio.

Suspiró y cerró la llave de la regadera. Al menos sacó algo importante de pensar tanto en el nuevo problema que aquejaba su vida: Arturo para él, era solo un gusto.

Estaba secándose el cabello cuando vio como una notificación encendía la pantalla de su celular. Tomó el aparato y leyó el mensaje que le había mandado su secretaria.

«Buenas noches, sólo quería recordarle que mañana tiene una cita a las 7 pm con el señor Ayub y la señorita Yanalteh Solís. Espero que pase una plácida noche.»

Sintió un pequeño dolor de cabeza al leer el mensaje, había olvidado por completo aquel evento agendado hace más de un mes.

Había pasado alrededor de una semana desde lo sucedido en la camioneta de Arturo, y no se sentía completamente listo para volver a verlo.

Al encontrarse temeroso por el encuentro se regañó a sí mismo. Era un hombre adulto, no podía comportarse cual cobarde como si fuese un adolescente. Decidido se metió en su cama y se dispuso a dormir.

Finalmente, la mañana llegó apresurada y su día arribó y desapareció aún más rápido.

No tuvo muchos pendientes por hacer, solamente realizar unas cuantas llamadas, checar varios documentos de su empresa y leer. Tampoco había tenido planes familiares o alguna otra cosa, así que todo el día se mantuvo bastante tranquilo.

A las cuatro de la tarde salió de su casa para encontrarse con un cliente y platicar de varias cosas sobre la adquisición de nuevos productos. Normalmente le dejaría ese tipo de asuntos a su equipo, pero aquella persona era un buen conocido y habían mantenido un buena relación al pasar de los años. Tenía ese tipo de obligaciones para mantener a todos contentos.

Alcanzó a terminar la reunión con el tiempo justo para llegar a la oficina de Arturo.

Entró al edificio encontrándose inmediatamente con una mujer curvilínea.

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⏰ Última actualización: May 23, 2021 ⏰

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