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 La puerta de la entrada se abrió y se cerró de un golpe.

  -¡Jimin!

 Este se encogió más entre las mantas, deseando desaparecer. No había nada que pudiese hacer, las mantas no le protegerían y no tenía donde esconderse. Cuando los pasos se acercaron a la puerta el dolor en su pecho se intensificó. Las heridas de los días anteriores no habían desaparecido ni por asomo y su cuerpo aún dolía, por lo que cuando la puerta de su habitación se abrió apretó las sábanas entre los puños tratando de contener los temblores de su cuerpo, mientras el sudor frío se hizo presente. 

 El hombre soltó una risa amarga y tras unos segundo de silenció arrancó la sabana que Jimin abrazaba con todas sus fuerzas, llevando al chico con ella, haciéndole caer al suelo. Cuando se recuperó de la caída gateó tratando de huir, pero antes de poder hacerlo, la puerta de la habitación fue cerrada. Levantó la vista, y entre la oscuridad de su habitación pudo distinguir una escalofriante sonrisa y el sonido de la hebilla del cinturón al ser desabrochado.  El pequeño, aun en el suelo, se arrastró lejos de aquel hombre hasta que su espalda chocó contra la fría pared.

 - P-por favor no... 

 El hombre levantó el cinturón y...

Jimin se incorporó de golpe, encendió la luz de la pequeña lámpara que se encontraba en la mesita junto a su cama e inspeccionó el lugar estando su cuerpo aun cubierto en sudor y su rostro en lágrimas. Tras unos minutos recuperó el control del ritmo de su respiración.

 "Nadie va a volver a hacerte daño"

 Jimin no había dejado de repetirse esas palabras desde que había llegado, pero no podía hacer desaparecer las pesadillas... Siendo consciente de que no podría volver a conciliar el sueño decidió levantarse y tomar una ducha.

Jimin llevaba ya tres días en la casa y Jungkook no le había dirigido la palabra ni una sola vez. Y no era porque Jimin no lo hubiese intentado... 

Tras la ducha, Jimin decidió bajar para prepararles el desayuno antes de que se fueran a clase. Él comenzaría la semana siguiente, aun tenía muchos papeles que rellenar.

 Se tensó cuando escuchó a alguien bajar las escaleras.

 - ¿Te puedes creer que tenga tres exámenes en un solo día?

 - Me lo puedo creer.- Dijo Jimin sonriendo ante el tono de incredulidad de Jisoo.

 Puso un plato de tortitas frente a ella, cuando se sentó en la mesa de la cocina, haciéndola abrir los ojos sorprendida. 

  - Por favor, no dejes que sea Jk quien vuelva a encargarse de preparar el desayuno... - Rogó antes de comenzar a comer.

 Jimin se habría reído de no ser por lo incómodo que le hacía sentirse escuchar su nombre. Desde el incidente de la primera noche no volvió a pasar nada ni remotamente parecido. Todo parecía normal, a pesar de ciertos momentos de tensión provocados por Jimin cuando trataba de entablar una conversación con el castaño.

 Pero tampoco todo era malo, Jimin realmente había echado de menos a Jisoo y ella, al contrario que su hermano, estaba encantada de tenerle en casa. Jimin no podía menos que agradecer aquellas conversaciones triviales que llevaba años sin tener, las bromas o los comentarios de la chica que le hacían sentirse uno más.

 Jisoo se encontraba contándole a Jimin como Jungkook la alimentaba a base de avena, cuando de un momento a otro éste bajó a la cocina, deteniéndose en el marco de la puerta. Su mirada se encontró con la de Jimin, quien le sonrió nervioso.

 - He hecho el desayuno...- Susurró. No se sentía capaz de volver a mirarle a los ojos, por lo que miró el otro plato sobre la mesa.

Sabía que Jungkook amaba desayunar tortitas, así que se esforzó mucho para que quedasen perfectas. 

 Jimin se habría conformado con que simplemente le dirigiese la palabra, pero en cambio el castaño miró el desayuno y después a Jimin, totalmente inexpresivo. Y, como si Jimin nunca hubiese hablado, Jungkook se dirigió a su hermana.

- Te espero en el coche. Date prisa. - Dijo antes de caminar hacia la puerta de la entrada.

 - ¡Pues que sepas que pienso comerme tus tortitas!- Gritó ella con la boca aun llena de comida.

 Jimin se sentó en la silla junto a Jisoo suspirando. 

 - Seguro se le pasará pronto.-  Dijo ella tratando de reconfortarle. Jimin asintió, aunque sabía de sobra que no sería así. Nunca habían visto a Jungkook de esa forma, y Jimin no tenía ni idea de qué hacer o decir. ¿Cómo iba a arreglarlo si no sabía que había hecho mal? Si al menos Jungkook se dignara a hablar con él... - Nos vemos después.- Se despidió ella levantándose y cogiendo su mochila.

 - Hasta después.- Dijo Jimin tratando de sonreírle.

Se escuchó puerta de la entrada cerrarse, y volvió a quedarse solo.

✨✨✨

- Creo que te estás comportando como un niñato.- La voz de Jisoo hizo que Jungkook saliese de sus pensamientos.

 Su hermano le dedicó una mirada de advertencia, pero Jisoo no estaba dispuesta a dejarlo estar, por lo que le sostuvo la mirada.

 - Me da igual lo que creas, no es asunto tuyo. - Dijo sin más y siguió conduciendo hacia la casa de Taehyung.

 - Jimin está esforzándose, ¿cómo puedes tratarle así sin ningún tipo de reparo? - Como vio que su hermano la ignoraba continuó. - Jungkook, estás siendo muy duro con él. - No hubo respuesta. - ¡Joder, es tu Jimin!- Exclamó incrédula ante el comportamiento de Jungkook. 

 Pasados unos minutos Jisoo supo que no obtendría respuesta. Cuando llegaron a casa de Taehyung, Jungkook estacionó el coche. El chico miraba al frente aparentemente tranquilo, pero sosteniendo el volante con bastante más fuerza de la necesaria.

 Jisoo no reconocía a su hermano. Sí, sabía que la ida de Jimin le había dolido mucho, se acordaba de aquello, pero ahora que Jimin había vuelto le estaba martirizando. ¿Qué pretendía Jungkook con todo aquello? ¿Buscaba un ojo por ojo? 

 ✨✨✨

 Misoo releyó por quinta vez el papel que tenía frente a ella. Llevaba lo que parecían horas presentando papeles. Necesitaba encontrar la forma de denunciar a aquel hijo de puta, y mientras tanto tenía que encontrar la forma de hacerse cargo de Jimin legalmente y tenía que hacerlo rápido o Jimin perdería mucho tiempo antes de poder matricularse en el instituto. 

 La situación de Misoo no era la mejor, y eso suponía un problema para que le diesen la custodia de Jimin. También tenía que asegurarse de que el chico pudiese recibir la herencia de sus padres, pero sobre todo tenía que encargarse de que aquel hijo de puta se pudriese en la cárcel el resto de su vida...

Promise ✨| KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora