Promise✨

333 20 1
                                    

 - Tenéis 10 minutos. - Dijo la madre de Jimin antes de dirigirse al mostrador.

 Jimin se volvió para ver a Jungkook y a la madre de este. Misoo miró al pequeño con una sonrisa triste, aguantando a duras penas las lágrimas. 

 El rubio dejó caer su maleta al suelo y corrió desesperado hacia donde se encontraban, para terminar llorando contra el pecho de la señora Jeon, la cual lo acunó con cariño.

 - No llores, ¿vale? - Dijo separándose de él y limpiando las lágrimas del niño con delicadeza.

 Jimin asintió con las lágrimas bañando su rostro. Misoo besó la frente del pequeño.

 - Ve con Jungkook...- Le pidió ella.

 Cuando Jimin se volvió para mirar al castaño, este se encontraba de pie con la cabeza gacha y ambas manos tapando su rostro. Se dirigió hacia él con pasos lentos.

 - Kookie...

  Jimin tomó las manos de este, apartándolas de su rostro, dejando ver los lindos ojos del castaño también empapados en lágrimas. Cuando Jungkook los enfocó en él no pudo disimular su angustia.

 - Por favor, no te vayas...- Suplicó, sintiendo como su voz se rompía más con cada palabra.

  Con una gran impotencia ante la situación, Jimin saltó a los brazos del más alto, quién lo recibió con necesidad, abrazándole firmemente contra él, como si de esa manera pudiese mantenerlo consigo. Jimin se aferró a él, escondiendo la cara en su hombro y respirando el aroma del contrario, grabándolo en su cabeza, aún sabiendo que no sería capaz de olvidarlo.

 Cuando se separaron, Jimin le miró con ojos brillantes y una sonrisa forzada.

 - Voy a volver, te lo prometo.- Aseguró aun sosteniendo sus manos.

 En ese momento, la voz de la señora Park los hizo volverse hacia ella. 

 - ¡Jimin, vamos! - Dijo desde la cola para entregar los billetes de avión.

 -Ahora voy, mamá.

  Una ligera presión el la muñeca le hizo mirar de nuevo a Jungkook. Cuando lo hizo tenía una pulsera de bolitas blancas y una negra entre estas, mientras que el castaño mostraba otra con bolitas negras y una blanca, en su propia muñeca.

 - Adiós, Jimin... - Dijo con voz apagada.

 Se dedicaron una última mirada antes de liberar la mano contraria.

 - Adiós, Kookie...

 Jimin recogió su equipaje y caminó hacia su madre, sin echar la vista atrás en ningún momento, sabía que no merecía la pena torturarse, no podía hacer nada al respecto.

 Por su parte, el castaño le observó marchar, sintiéndose como si se llevase una parte de él en la maleta.



Promise ✨| KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora