Crown; 국민

Capítulo 37

—¡Debemos retirarnos! ¡Jungkook, sube, es inútil!

—¡Debo volver por él, déjame ir por él!

—¡Jungkook, por favor hazme caso! ¡Vuelve!

Entre lágrimas visualizó el panorama; había por doquier personas en el piso formando un río de sangre por todo el pasto, sus leales soldados habían dado su vida para protegerles y aún así no habían conseguido ni un buen avance. La gente del otro grupo era demasiada, y si Jungkook se atrevía a ir por él entonces estaría perdido.

Jungkook era todo un desastre, tenía sangre por todo su rostro incluso en su ropa que había sido rasgada por las espinas de algunos árboles en el camino, incluyéndole el hecho de que había llorado tanto que sus ojos se habían hinchado en un color rojizo.

Pero justamente cuando había corrido lo suficientemente rápido para alcanzarle e iba a sujetarle de la mano para que pudiese subir con él en su caballo, vio a lo lejos a una persona encapuchada apuntarle con un arco a lo lejos.

—¡Jungkook!

En menos de un segundo todo sucedió; el cuerpo de su esposo había sido atravesado por una flecha justamente en su corazón, después éste cayó al piso soltando su último suspiro de vida y a los pocos segundos después sus ojos se oscurecieron y perdieron su brillo.

Y aunque no le gustase sabía que todo había acabado y que no podía hacer nada más si quería salir de ahí con vida, así que con todo el dolor en su corazón comenzó a avanzar y abandonó el lugar lo más rápido que pudo, evadiendo una y otras mil fle has que iban a alcanzarle.

. . .

Su respiración apenas y abrió sus ojos era erradica, las lágrimas amargas caían sin control de ellos llegando a empapar sus mejillas y por último la cama. Su cuerpo temblaba sintiendo la necesidad de buscar desesperadamente a Jungkook por algún lugar en la habitación.

1, 2, 3, 4... Contaba las veces en que intentaba ingresar un poco de aire en sus pulmones.

—¿Jimin?

Escuchó una voz hablarle bajito a un lado suyo, ni siquiera había sido capaz de verle con claridad sino hasta que el dueño de esa voz colocó sus manos en sus mejillas empapadas y limpió las lágrimas calientes que salían sin cesar.

Jungkook estaba frente a él mirándole con preocupación, y ni siquiera dudó un segundo en abrazarle con fuerza y tumbarlo en la cama sin dejarle alguna forma de escapar de sus brazos.

—¡No hagas eso jamás, Jungkook! ¡Jamás te atrevas a...! P-Por favor... No te vayas de mi lado, por favor...

—¿Qué sucedió, Minnie? ¿Qué no debo hacer? —Intentó comprender.

—J-Jamás te vayas de mi lado, nunca... Debes permanecer conmigo porque no quiero perderte... Prometelo, Jungkook... Prometelo por favor. —Dijo entre hipidos.

—E-Está bien, pero cuéntame qué es lo que te tiene tan aterrado...

Sollozó contra el pecho de su esposo tratando de encontrar algo de calor y seguridad entre sus brazos. No... Él no podía dejarlo también, nunca.

Entre hipidos e inhalaciones de su nariz sujetó la camiseta de Jungkook y comenzó a contarle con su cuerpo temblando aún un poco.

—S-Soñé que estábamos en medio de un campo de guerra... Y-Y tú querías ir a buscar a alguien, pero no me escuchabas porque yo te decía que regresaras conmigo para irnos en caballo...

—¿Sí? —Colocó su mano en la cabeza del menor y comenzó a acariciar su cabeza mientras de a poco llenaba la habitación de feromonas de su Alfa, tal vez así podría calmarse un poco.

—E-Entonces alguien disparó una flecha que... Que atravesó tu corazón... —Tomó una bocanada de aire antes de continuar— Y tú morías frente a mí...

¿Qué clase de sueños eran esos? Ciertamente estaban empezando a preocuparle demasiado aquellas horas en las que Jimin se iba a dormir, ¿Era así todas las veces?
Si bien antes le preocupaba el que él durmiese las horas suficientes, ahora le era inquietante el porqué después de todo ese tiempo tenía sueños tan horribles.

Le dolía en cierta manera no poder protegerlo como él lo deseaba, no tener poder sobre algo como ello para que no salirse dañado.
Al final lo que le quedaba era como siempre atraerlo a su cuerpo y esperar a que él volviese a dormir.

Acariciaba su cintura y repartía besos por toda la extensión de su cuello y mejillas sintiendo cómo de a poco su respiración se volvía cada vez más y más tranquila, llegando al punto de parecer somnolienta.

—Quédate siempre a mi lado, Kookie...

—¿Sabes? Nuestra relación no tuvo un buen inicio, y nuestro matrimonio fue iniciado sin amor... Pero te aseguro que ahora que estamos juntos en esto daré lo mejor de mí para protegerte. Y se que tú harás lo mismo porque me quieres de la misma forma, ¿No es así?

—Sí...

—¿Ves? Entonces por eso no voy a dejarte solo,

—Me gusta escucharlo...

—Te quiero, pequeño.

—Yo también... Muchísimo.

Y fue ahí que el sueño que llevaba dentro de su corazón durante esos meses se hizo realidad; apenas Jimin se durmió tuvo la certeza de que el sueño estaba siendo uno lindo.

No había movimientos bruscos, ni lágrimas, ni quejidos... Tan sólo estaba su esposo sonriendo mientras soltaba algunas feromonas de durazno en la habitación.

—Kookie...

¿Estaba soñando con él?

. . .

El mundo de los sueños era incierto y confuso. Algunas veces mientras alguien duerme puede soñar con cosas fuera de la imaginación llegando a lo irracional, otras veces podía ser apegado a la realidad en una versión horrible como una pesadilla.
Pero su caso había sido lo contrario. No sabían siquiera si lo que estaba frente a ambos era tan sólo un sueño, pero al haberse conectado en su fase REM había alegrado sus corazones.

Ambos estaban en un lugar desconocido para ambos, estaba el mar frente a ellos en la comodidad de una sala en lo que parecía una casa pequeña.

Jimin sostenía algo en sus brazos, era a un bebé que estaba sano y reía por cada caricia que Jungkook le daba en sus mejillas regordetas.

—¿Jungkook?

—¿Sí?

—Te amo.

Se dieron un beso que duró unos segundos, que fue interrumpido por la voz infantil y risueña de un niño que venía corriendo con un coral en sus pequeñas manos.
Se parecía muchísimo a Jimin, aunque tenía cabello color negro.

Ellos habían descubierto que podían convertir un sueño malo en uno bueno, y habían usado ese poder en su favor. Ahí eran felices, e iban a esforzarse porque eso que veían en el mundo de los sueños se hiciera también realidad en el mundo real.