¿Qué hago aquí? ¿Porque existo? Todas esas preguntas me las hago siempre. Sientes que nada tiene sentido, que todo lo que haces no sirve para nada, solo sabes estudiar y ser la nerd de la clase. Esa soy yo una chica de pelo castaño largo hasta mitad de la espalda y siempre lo tengo recogido en una trenza, ojos negros, de tez morena, gafas y sin mucho estilo de vestir.
Mucha gente te discrimina por tu color de piel, tu nacionalidad, por tu forma de vestir, y hasta por cómo te peinas. Los chicos se fijan en lo de afuera y no lo en el interior.
Me llamo kristina Díaz, tengo 17 años, vivo con mi abuela, mis padres murieron cuando yo tan solo tenía 3 años en un accidente automovilístico, y desde entonces estoy con ella.
EL despertador sonó puntual y me levanté, cada día que pasa menos ganas tengo de ir clases con las miradas de todos los alumnos puestas en mí.
Sin mucha prisa me dirigí hacia el baño, me di una larga ducha, salí, me vestí con lo primero que vi, me deje el pelo suelto como casi siempre y me puse mis gafas.
Bajé y vi a mi abuela haciendo el desayuno.
--Hola abue—dije Mientras me sentaba en un banco que está en la isla de la cocina.
--Hola mi niña, ¿qué tal dormiste? —dijo mi abuela sonriente como siempre.
Mi abuela es una señora de unos 70 años, muy simpática y muy generosa. Rubia, bueno ahora con canitas de la edad, sus ojos eran verdes, al contrario de los míos que son del color de azabache. Pero desgraciadamente mi abuela no estaba del todo bien, desde hace unos años padece del corazón, no me dieron muchas esperanzas, pero para mi ha sido una sorpresa que aun este conmigo gracias a dios después de su ultima recaída hace unos 3 años.
Mi abuela es lo único que me queda, mi abuelo falleció hace 10 años, cuando yo tan solo tenía 7 años, desde entonces ahí la enfermedad de mi abuela.
--Pues bien abue, caí rápido estaba agotada. —dije rápidamente al darme cuenta que se me pasaba la hora de coger el autobús.
Le di un beso a mi abuela y salí corriendo de casa, casi no llego al bus pero el chofer se percató que estaba corriendo y espero por mí. Le agradecí y asintió sonriendo. Me puse los auriculares y espere llegar a mi destino.
El bus fue reduciendo su velocidad, y me di cuenta que estábamos llegando, me bajé y como soy tan lista, me tropecé y caigo de rodillas, todos los que estaban en la puerta del instituto y en el bus comenzaron a reírse.
“Que patosa eres Kristina” pensé para mis adentros. Me levanté y miré mis rodillas estaban raspadas y llenas de sangre. Justamente tenía que haber caído en el suelo de piedrecilla, que suerte la mía.
Después de ir al baño, limpiarme la sangre, y no asistir a primera hora a clases, decidí por irme a la parte trasera del instituto.
En ese lugar había unos bancos escondidos entre unos árboles, donde me gustaba leer y pensar.
Nadie conocía ese lugar, para mí era un secreto, si se enteraban de este sitio todos estarían ahora mismo por aquí haciendo quien sabe qué cosa.
De pronto sentí el timbre que anunciaba el final de la primera hora, y me decidí por irme a mis otras clases.
Sin duda el tiempo paso lento y el día aburrido. Al fin terminaron las clases y yo quería llegar a casa para acostarme, me sentía mareada, creo que va a hacer por la pastilla que me tome para los dolores, sin nada en el estómago.
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Amor Accidentado.~PARADA~
Fiksi Remaja¿Qué hago aquí? ¿Porque existo? Todas esas preguntas me las hago siempre. Sientes que nada tiene sentido, que todo lo que haces no sirve para nada. Mucha gente te discrimina por tu color de piel, tu nacionalidad, por tu forma de vestir, y hasta por...