Y nunca dejé de quererte...

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Mierda... en serio, ¡Mierda! jodido el día en que tuve que pisar esta estúpida tierra, maldita existencia y estúpido yo que siempre tiene que arruinar todo.

Perseguí a Momo por las escaleras sin mucho éxito, ella tomó el ascensor y antes de que pudiera llegar a el y detenerlo, este se cerró y bajó. No pude esperar ahí como un tonto y corrí escaleras abajo, cosa que no funcionó, ella ya no estaba, busqué por toda la recepción y nada, también busqué en los alrededores del edificio y en efecto, había huido completamente de ahí.

Subí rapidamente al departamento, si iba a buscar a Momo por todo Seúl necesitaba ayuda, incluso con todos los sentimientos de enojo y orgullo que me hacían no querer ver a Mina, abrí la puerta y ahí estaban las dos japonesas, ambas de pie, la mirada fulminante en los ojos de Sana y el shock de Mina me cayeron como un balde de agua helada, nunca las había visto así.

―Si le pasa algo es tu culpa ―dijo Sana al pasar a lado mío empujándome con su antebrazo.

Los tres salimos y el clima vaya que no favorecía la situación.

―Llamé a su hermano y le dije que me avisara si ella llegaba a su casa, sus padres no están y no quiero que nada malo le suceda, por favor llamen si la ven o algo ―pronuncié sin más.

―Tu y ________ vayan por allá, yo buscaré del otro lado ―le ordeno Mina a Sana en un tono firme y con aires de culpabilidad.

―P-pero no creo que debas ir tu sol-

―Maldita sea ¡vayan por allá! ―la pelinegra sentenció mientras daba media vuelta para comenzar la búsqueda.

Sana y yo trotabamos mirando a todas las calles y callejones posibles, el umbral de las farolas eran las únicas luces que acudían a nuestra ayuda, el ambiente era de miedo y el no encontrar a Momo solo me hacía correr más rápido.

Me alejé un poco de Sana hasta que unas sirenas comenzaron a sonar, el silencio de las calles nocturnas era tan abrumador que incluso el sonar lejano de las sirenas se sentían a dos centímetros del oido. Mi miedo aumentó más.

―¡Sana! ―grité desesperado mientras regresaba a dónde la había perdido. Las sirenas se escuchaban más y más cerca ―¡Sana, por favor!

―¡________! tranquilo, aquí estoy ―las sirenas estaban ya en un punto fijo, y sin dudarlo nos dirigimos al lugar de donde provenían.

Carajo, carajo, calmate, por favor. Salimos de una de las calles y a lo lejos, en la carretera, percibimos lo que parecía ser la escena de un accidente. Corrimos lo más rápido que pudimos y distinguimos una patrulla y una ambulancia, unas cuantas personas estaban en el lugar también, presenciando de lejos. Dios, por favor no.

Nos acercamos tanto como pudimos pero un policía nos detuvo, sin dudarlo forcejee y me decise de su agarre para dirigirme a donde yacía el auto chocado, mi mente estaba pensando lo peor y mis lágrimas comenzaban a caer de la impotencia, dos policías me sujetaron por completo, aún así pude ver a la persona que a lado del carro se encontraba tirada, era un hombre de mediana edad con un charco de sangre saliendo de su cabeza. En ese ese momento me sentí totalmente aliviado, incluso si el hombre parecia a punto de morir, y por más egoísta que suene, me alegraba saber que era él y no Momo o Mina.

Los policías me alejaron de manera algo violenta, regresé a donde Sana y Mina llegó también, preocupada y tratando de tomar aire rápidamente.

―Era un hombre ―pronuncie mientras limpiaba mis mejillas llenas de tierra y lágrimas.

El hermano de Momo llamó, ella ya había llegado a su casa, parecía estar tan mal que prefirio darle su espacio y pedirnos que no fuéramos, Sana me dijo que eso era lo mejor. Resignado y con las emociones destrozadas volví con ambas chicas al departamento, no pude dormir en todo lo que quedaba de la noche, y supuse que Mina tampoco.

El día posterior a todo eso no pude contactar con Momo, por más que fui a su casa, por más que llamé miles de veces y mandé cientos de mensajes, ella jamás respondió. Faltó dos días a la escuela, y el día que regresó me acobarde, no pude acercarme a ella ni mucho menos dirigirle la palabra.

Los días transcurrieron y ambos parecíamos completos extraños, a pesar de haber tenido el pensamiento de que todo con ella podía ser hermoso por más que la relación tomara un punto y final, la realidad me golpeaba y me hacía entender que el vínculo que habíamos hecho había terminado, por más que los días de escuela se sentían vacios y las tardes naranjas como un gran golpe al corazón, no podía negar que a pesar de todo nunca deje de querer a Mina...

Vaya idiota...

TWICE: SWEET PENGUIN (Mina y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora