De regreso a casa

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Después de unas activas vacaciones, las cosas en su verdadero hogar no mejorarán mucho. 

La vida no había sido fácil para Tom. Siempre encerrado, solo, demasiado astuto y desconfiado como para tener amigos. Siempre los valientes que se atrevían a entablar una conversación con él, salían mal heridos o imposibilitados para vivir como antes.

"No es su culpa" les repetía una y otra vez la mujer que se encargaba de él en el orfanato a los otros chicos, con el fin de motivar a alguno a hablarle, por el bienestar de Tom; pero el tono de voz con que lo decía cada vez menos convencida, y la miraba de terror con la que veía a Tom, la daba por descubierta en su mentira.

Tom no mejoraba con los años, desde niño había sido callado, lloraba muy poco, además de contar con una astucia e inteligencias incomparables; Tom no jugaba con los otros, nunca, en vez de eso prefería meditar y leer, siempre en busca de algo más, algo que le faltaba, algo que ocupaba, algo que contestara todas sus dudas.

Sabía que su madre había muerto el día de su nacimiento, en año viejo, un día se lo había sonsacado a una de las mujeres que los cuidaban. Tom tenía el don de hacer decir la verdad a las personas, y estaba dispuesto a valerse de lo que fuera con tal de conseguir lo que quería.

Sabía que llevaba el nombre de su padre y el de su abuelo materno, pero nunca supo más de ellos, suponía que habían muerto... Toda su niñez lo supuso.

Siempre le decían que era raro, pero él no veía eso como una ofensa, no pensaba que fuera raro, sino distinto, diferente, especial.

Mientras Tom se desarrollaba, notaba que algo pasaba en él, algo que nadie más parecía estar pasando. Podía provocar "accidentes" si así lo deseaba y podía hacer cosas que otros sólo podían imaginar.

Con el paso del tiempo, Tom se dio cuenta de que él, al igual que otro puñado de personas en el mundo, era un mago. Un joven mago con mucho futuro. De esta forma, comenzó a asistir al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, sin duda alguna destacó; era un estudiante modelo, brillante, educado y misterioso.

Su talento lo hacía rodearse siempre de mucha gente, pero para Tom la soledad era su mejor amiga, una que no podría traicionarlo jamás.

Desde su ingreso al colegio, Tom se preocupo mucho por buscar a su familia en libros de familias mágicas, supuso que su padre era mago ya que si su madre lo hubiese sido, nunca se habría permitido morir y dejar a su hijo solo en ese maldito orfanato, negándole una infancia mágica que la gran mayoría de sus compañeros de casa, sangre limpia por cierto, si disfrutaron.

Pero nunca encontró nada con el apellido paterno.

Tom sabía que no podía ser hijo exclusivamente de muggles, ya que poseía una característica de mago, que solo podía significar que tenía ascendencia mágica: él dominaba la lengua pársel, habilidad que no muchos magos podían practicar; solo los descendientes del mismo Salazar Slytherin lo hacían.

Tom, de 17 años ahora, conocía bastante bien cuál era la historia de su familia y su ascendencia, ya que el verano anterior había acudido en busca de su tío, al que había inculpado de uno de sus primeros asesinatos, al mismo tiempo que robaba una majestuosa antigüedad del fundador de su casa. Después de ese momento, en su cabeza se metió la única idea de cambiar las cosas...

Un año más empezaba en Hogwarts, este sería el último para Tom, esperaba graduarse con honores y alcanzar todos los EXTASIS que necesitaba; Tom gozaba ya de un premio anual, era prefecto y había ganado un premio por servicios especiales al colegio, después de delatar a un chico menor por un delito que había sido perpetrado bajo sus órdenes.

El Origen del Mal: Tom RyddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora