No tuve mas opción que aceptar su propuesta. Debo admitir que sigo teniendo un profundo amor por Thomas pero no llegaría a los extremos de confesarle tales palabras. Traté de alejarlo pero mientras más se acercaba, no pude evitar caer en su encanto alemán.
—¿Qué cocinaras?
—Semmelknödel. —rebusque entre las cosas para comenzar a prepararlos.
Media hora después, Cassie salió a la universidad mientras yo secaba los platos.
Pronto, comenzaría con el trabajo. En realidad, amaba mi trabajo pero siempre hay una cosa que hace que se vuelva algo sofocante. Ser psicóloga no es tan fácil; encargarme de tomar medidas en el comportamiento de alguien era algo que me gustaba mucho. Mi madre me infundó esa virtud altruista; nunca me negaba a ayudar o aconsejar a alguien.
Estudiar Psicología estaba entre mis metas y lo había logrado pero había abandonado al amor de mi vida. Cada día me torturaban los recuerdos que estaban en mi mente. El momento cuando escribí la carta a Thomas; cuando aliste las maletas llevándome en secreto una fotografía de ambos abrazados en la cancha donde entrenaba hace tres años y el que más me dolía: el despegue del avión hacia la Universidad de Standford. Culminé mis estudios y me tomé el primer vuelo a Weilheim para encontrarme nuevamente con Cassandra Rosberg, mi hermana del alma. Recuerdo cuando me enteré que Thomas estaba en la Selección Alemana y yo no hacía mas que gritar y saltar de alegría. No, no me fui a Sudafrica pero si estuve apoyándolo donde el sofá de mi casa compartida con Cassie.
Ahora, me encontraba más cerca de lo que imaginaba de él y hasta hoy me he comportado como una estúpida tratando de escapar y evitar lo que más deseaba en este jodido mundo: sus preciosos ojos azules posados en mí.
Sabía con certeza que muchas mujerzuelas estaban detrás de él durante todo este tiempo que no estuve a su lado, pero aquí estoy yo para defender lo mío.
El timbre anunció la llegada de visita, porque no creo que Cassie tenga solo una hora de estudio en la Universidad —a menos que se haya escapado— cosa que nunca hacía ni con sus antiguos novios. Abrí la puerta dejandolo ver con su camisa azul y unos jeans negros.
—Hola linda. —saludó con dos besos en mis mejillas ahora sonrojadas.
—Thomas, que sorpresa. ¿Cómo sabes donde vivo? ¿Tengo que preocuparme?
Soltó una carcajada y lo dejé pasar parandome a un costado de la puerta.
—No. Cassie me mandó un mensaje de texto en el que describía donde vivían y decidí buscarte para tomar un café y aclarar las cosas entre nosotros. ¿Aceptas? —sonrió entre nervios y ansias. Agradecía los tres años que pude pasar con él para conocer todas sus actitudes frente a situaciones diversas.
Entré a mi habitación para cojer las llaves, el celular y una chaqueta de cuero beige. La temporada de climas aquí no era favorable para nadie. Sabía que Thomas estaba con el ceño fruncido y confuso. Llegando a su lado, lo comprendió al instante mientras una brillante sonrisa cruzaba por su rostro.
—Vamos.«Esta salida es una oportunidad para volver a retomar esta relación que se fue al fracaso por tu culpa. No la desperdicies.» La frase se repetía como disco rayado en mi mente. La idea de echarlo todo a perder me hacía añicos a lo que me quedaba de corazón. Aunque me dolía contarle la verdad, era lo que debería hacer. Lo que había hecho fue muy egoísta de mi parte y él tenía toda la libertad de odiarme. Sin embargo, él seguía pidiéndome aclarar todo lo ocurrido, además de ser amigos cuando yo deseaba todo lo contrario. Sentir sus brazos alrededor de mi cintura, su piel haciendo contacto con la mía, sus labios estampados a los míos, y muchas otras sensaciones que solo él me hace sentir cuando estoy junto a él.
—Dime que recuerdas las veces que te invitaba a cenar pizza. Aun así, no engordabas. —rió. —La envidia me carcomía por dentro.
Sonreí negando con la cabeza. —La grasa me ama.
Conteniéndose a explotar a carcajadas, separó una silla esperando que me sentara en ella como todo un caballero. Una cosa más por la que me enamoré de él. Un escalofrío se apoderó de mi cuerpo escuchando su respuesta ante mi expresión anterior pero en un murmullo para si mismo “No tanto como yo a ti.”
Un camarero se acercó a nosotros inmediatamente con dos menús en sus manos. Estaba claro que me prestaba más atención a mí que a Thomas.
—Bienvenidos. Aquí les entrego los menús, de momento.
Él muy idiota me guiñó un ojo. Obviamente, esperaba con fervor que mi acompañante no hubiera visto su acción. Los celos era algo que Thomas no controlaba normalmente. Es por eso que mis únicos amigos eran Philipp y Holger, Bastian ni tanto. Extraño pero cierto.
—¿Cuáles son sus pedidos?
—Café y dos muffins. ¿Angie?
—Um... Lo mismo. —lanzandole una mirada asesina. Nada podía estropear la salida incluyendo el camarero ese.
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I Still Love You [Thomas Müller]
FanfictionEs imposible olvidar cada uno de los besos y caricias que hemos compartido en todos estos años. Ahora eres libre. Quisiera cambiar todo esto y no estaría sufriendo como ahora. Te ama y te amará por siempre, Angie.