-En primer lugar, he acudido a usted doctora con el propósito de sanar mi dolor causado por el fallecimiento de mi esposa hace 6 meses pero no lo consigo aún. -detalló con un atisbo de frustración y tristeza.
-Señor Hoffman, lamento su situación. Ese dolor que usted lleva por dentro no se quitará con sesiones psicológicas. -expliqué. -Esto toma mucha paciencia por ser algo muy delicado.
-Lo comprendo, pero quisiera evitar el sufrir recordando su cadáver en la carretera.
Le entregué un pañuelo al notar sus lágrimas.
-El dolor nunca se irá, recuérdelo. Lo mejor que usted podría hacer es continuar su vida y desarrollar nuevas actividades para evitar pensamientos acerca de su recuerdo.
Después de media hora, separé una junta con el señor Hoffman para realizar diversas actividades con las que se pueda entretener.
Mientras tanto, Thomas sólo me observaba callado y eso hacia que trabajara más tranquila.
-Hiciste lo correcto.
Confundida, paré de escribir el informe del paciente atendido.
-¿De qué estás hablando?
-Hiciste lo correcto en ir a Standford. No sabes el orgullo y respeto que siento de ti, además de amor. -me abrazó elevándome del suelo. Besé sus labios, sonriendo entre ellos.
Estaba segura que una persona como él no existiría ni un millón de años. Sus maneras de profesar su amor hacia mí eran simplemente maravillosas causando que convulcionara al instante. Él es único, especial y sólo mío.
Luego, aterricé en su regazo al momento en el que se sentó de nuevo en el sofá. Besaba alrededor de mi cuello murmurando palabras dulces.
Los toques de la puerta interrumpió con la sesión de suaves besos y un Thomas serio fue a abrirla.
-Lamento la demora, doctora. -se excusó la mujer acompañado de un niño rubio, aparente de 13 años. Se veía desanimado y con ganas de dormir por sus ojos entrecerrados.
Cubrí mi boca con mi mano derecha para no soltar una carcajada burlona.
-Des, saluda. -lo empujó suavemente para que ingresara. Thomas repitió mi acción.
Abrió sus ojos como platos cuando me observó y le regalé una sonrisa simple.
-Soy Des Green, un placer conocerla. -el pequeño besó mi mano cortés sin un atisbo de sueño como anteriormente lo hacía.
-Doctora Schwarz o Angie para ti, Des. -despeiné su cabello despacio y lo invité a que se sentara junto a su madre.
-¡Eres tú! Dios, ¡Soy tu fan número uno! ¿Me darías un autógrafo? -chilló el pequeño con entusiasmo al divisar a Thomas, quien solo sonreía asintiendo a su petición.
-Cuando sea más grande, seré igual a ti. ¡Muchas gracias! -lo abrazó y él no tardó en responder. -¿Es tu novio?
Vaya, que rápido aprenden los niños.
-Sí, Des. Ahora voy a escuchar a tu mamá y me gustaría que te mantengas tranquilo. -Sí.
El problema era la depresión de su madre por no poder tener la posibilidad de tener mas hijos, ya que, su infertilidad se produjo al perder a su último hijo cuando cayó de las escaleras rodando abajo. Thomas al igual que yo quedamos conmovidos por la confesión de Daphne.
Finalmente, acabó mi jornada laboral para dar paso a cocinar en casa. Pasamos por un supermercado y compramos lo necesario para cocinar y comer junto a Cassie.
Dudé en creer si Thomas cocinaría Frikidelle para cenar, aunque era un plato sencillo de preparar.
-Sólo déjame demostrarte que no es necesario llamar a los bomberos después de que termine de cocinar.
-Bien, pero el teléfono estará a mi alcance, eh. -ambos reímos.
Compró la carne de res, un par de cebollas y lo faltante para la comida. Pagamos en el cajero y llegamos a casa a cocinar.
Desembolsó los productos y puso manos a la obra. Colocó la carne en la sartén y picó la cebolla. Sentí pena por el ardor en sus verdosos ojos y proseguí con su tarea.
Unió nuestros labios, agradeciéndome. Sirvió los trozos de carne de res en dos platos y comenzó a freír cuatro huevos.
Sí, una debilidad en común.
Agregué sal y pimienta a la carne junto al pan rallado y salsa blanca. Thomas ya sacaba los huevos de la sarten a los platos. Lavé mis manos antes de buscar tenedores y cuchillos para cenar.
Serví los platos en el comedor encima de los individuales. Los dos nos sentamos y comenzamos a comer.
Disfruté la gloriosa carne tierna que él había escogido en el supermercado. Me quedé sin aliento ante lo delicioso que estaba la cena.
-¿Y bien? ¿Aún dudas de mi talento culinario? -se burló y sonrío satisfecho con su trabajo. Y yo, yo estaba confesando en mi mente que él cocinaría para mí y nuestros hijos por el resto de su vida.
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I Still Love You [Thomas Müller]
FanfictionEs imposible olvidar cada uno de los besos y caricias que hemos compartido en todos estos años. Ahora eres libre. Quisiera cambiar todo esto y no estaría sufriendo como ahora. Te ama y te amará por siempre, Angie.