Capítulo 2: Robada

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  Siento que mi cabeza da vueltas. Me debo haber quedado dormida. Al despertar, nuevamente hemos parado. Todavía es de día. El hombre le dice al otro pasajero que hemos llegado a casa y luego le susurra algo que no oigo. Todavía no logro ver al otro pasajero, pero escucho a alguien salirse del auto. El hombre que me agarró me dice que me quede callada y así no me lastimará. Dice que debo quedarme muy callada o molestaré a sus muy agresivos perros. No quiero hacer nada que lo enoje ni a él ni a sus perros. En mis ojos, él se ve grande. Dice que me va a llevar a la casa y que debo permanecer callada y no emitir ni una palabra. Me tapa la cabeza con una manta y me lleva a alguna parte. Me quiero ir a casa. Mi cerebro se siente menos confuso que antes. Me digo que estoy soñando y que en cualquier momento me voy a despertar y mi mamá estará a mi lado para abrazarme y decirme que fue solo una pesadilla. Pero claro está que esto es una realidad y debo sobrevivir. No recuerdo haber tenido una pesadilla así de real. Por un tiempo le tuve miedo a E.T. después de ver la película E.T., el extraterrestre Pensaba que E.T. vendría a mi casa totalmente vestido como cuando la niñita en la película lo viste; en mi sueño, por alguna razón él estaba enojado conmigo por eso. Ese fue un sueño loquísimo, pero no tan aterrador como esto.

    Una vez dentro de la casa extraña, él me quita la manta y me ordena sentarme en el sofá de mimbre. Es un hombre muy alto. Tiene ojos azules muy claros y pelo marrón algo escaso arriba. Su nariz es un poco larga y su piel tiene un color bronceado. Parece como si pasara demasiado tiempo al sol. No parece un tipo malo. Parece un tipo normal. Como cualquier otro tipo común y corriente que verías en tu día a día en la vida. ¡Pero no lo es! No lo puede ser... ¿o sí? Me muestra una cosa negra con puntas de metal que parecen afiladas. La llama una "pistola eléctrica" y dice que la volverá a usar si intento huir. La prende y escucho el sonido chispeante que oí antes cuando mi cuerpo no lo- graba funcionar. El sofá en el que estoy sentada está lleno de pelos de gato. 

    Miro hacia arriba y veo un gato sentado sobre el lavarropas. El gato parece un Himalaya Persa pardo y hay otro que parece un gran gordo atigrado. Le pregunto si los puedo acariciar. Me dice que si ellos vienen hacia mí, entonces sí. Uno se acerca y lo acaricio. Su pelo se siente sedoso y real. Pienso que este gato es lo único que se siente real en este instante; todo lo demás parece una pesadilla, pero esto es todo demasiado real para ser un sueño. El hombre dice que lo siga.

Reflexión

    Al recordar aquel día, me viene a la mente una sensación de pavor. Tenía once años; todavía era una niña. Tenía mucho miedo y estaba sola. No sabía lo que iba a ocurrir y si alguien me hubiera dicho lo que me tocaría soportar durante los siguientes dieciocho años, nunca les hubiera creído. No tenía idea de lo que me estaba por suceder. Lo que este hombre tenía en mente para mí, era como un idioma extranjero. Nunca había sufrido ningún tipo de abuso sexual, ni había escuchado esas palabras. Mi único punto de referencia en cuanto al sexo era lo que había visto en la televisión o en las películas y luego lo había repetido mientras jugaba con mis Barbies, con Barbie y Ken acostados uno al lado del otro en la cama. Eso es lo que yo pensaba que era el "sexo". Ya sé, qué ridícula, ¿no? Pero es la verdad. Mi tía Tina dice que una vez le pregunté cómo se hacían los bebés y ella me lo explicó. No recuerdo hacerle esta pregunta y no recuerdo su respuesta. Y aunque hubiera comprendido o recordado lo que me dijo, de todas formas no me hubiera preparado para lo que me hizo Phillip. Nada me hubiera preparado para entender por qué otro ser humano haría lo que él le hizo a otro ser humano, en este caso una niña. Todavía no lo comprendo.

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