Al despertarme, me encuentro sola en un lugar extraño. Me pregunto cuánto tiempo habrá pasado. Me desperté llorando, lo cual es raro porque nunca antes había tenido un sueño que me asustara tanto como para despertarme llorando. Me doy cuenta de que mi pesadilla es realidad. ¿Por qué está pasando esto? Mi cuerpo se siente tenso y me duele. Mi mente quiere escapar y estar en otra parte. Trato de sentarme, pero las esposas me lo hacen difícil. Finalmente lo logro torpemente. Quizá debería intentar dormirme otra vez. Mi mente se preocupa por todas las cosas que se suponía tenía que hacer ese día. ¿Qué pasó cuando no aparecí en la escuela? ¿Me habré metido en problemas? ¿Alguien sabe qué pasó? ¿Dónde está mi mamá? ¿Todavía está trabajando? ¿Me está buscando? ¿Carl habrá visto cuando este hombre me agarró? ¿Está mandando alguien a buscarme? ¿Cuándo puedo volver a casa? ¿Este extraño me llevará a casa? Todas estas preguntas pasan por mi mente. Mi cabeza todavía se siente aturdida. No sé qué hacer. Quiero levantarme para ver si la primera puerta se puede abrir para ver qué hay en el otro cuarto. Pero cada vez que intento sentarme, me vuelvo a caer. Estoy tan cansada. Me doy vuelta para estar un poco más recostada sobre mi espalda, lo cual es un poco más cómodo. Este cuarto es pequeño. Mi cama en casa no entraría en este cuarto. Hay una ventana encima de mi cama improvisada. La tapan una toalla y una persiana, así que solo puedo ver un poquito de luz. Parece la luz de la luna. Deseo poder ver la luna. A mi mamá y a mí nos encantaba sentarnos en la entrada de la casa de mi abuelita y mirar la luna. Discutíamos sobre cuál luna era mejor, la creciente o la llena. Yo siempre votaba por la luna llena y a ella le gustaba la creciente. Me pregunto qué tipo de luna habrá esta noche. Siento que he estado aquí hace una eternidad. ¿Ya habrá pasado una hora o más? No tengo manera de saberlo. Hay mesas altas que parecen pesadas en dos rincones del cuartito en el que estoy. Las patas están cubiertas de alfombra. También hay unos equipos extraños sobre las mesas. No puedo ver la parte de arriba bien porque las esposas no me permiten levantarme del todo. Son grandes, y por lo que puedo ver desde este ángulo, tienen diales corredizos. También hay un gran cristal de vidrio en la pared que separa este cuarto del otro. Las paredes están hechas de algún tipo de madera. Parecen varios tipos de madera mezclados para crear un panel de muchos colores. Creo que se llama tabla de aglomerado, pero no estoy segura. La quiero sentir, pero al tocarla me raspo los nudillos. Es muy áspera y creo que ahora tengo una astilla en mi nudillo. Me pregunto qué pasara conmigo. No me puedo poner cómoda. Me muevo de un lado a otro. Me quiero levantar y caminar. Siento que mis piernas se están quedando dormidas y acalambrando. Me vuelvo a recostar y rápidamente me quedo dormida. La toalla sobre la ventana muestra que salió el sol. Al despertarme la siguiente mañana —por lo menos creo que es la mañana, pero no hay forma de darlo por seguro— siento que el cuarto se está calentando. Hace tanto calor que siento que no puedo respirar. Tengo tanta sed y comienzo a sudar. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Cierro los ojos y me pregunto si alguna vez los querré abrir. Quizá si me voy a dormir, cuando me despierte estaré en mi propia cama y esto solo habrá sido una pesadilla. Cierro los ojos y nuevamente me entrego al olvido.
Reflexión
Ese día sí vino a ver cómo estaba. Me trajo comida rápida y un refresco. Es difícil recordar cosas día a día después de este momento. Creo que vino por lo menos una vez al día con algo de comer y tomar. Me volví totalmente dependiente de él para todo. Me quitaba las esposas mientras estaba ahí para que pudiera comer. Trajo un balde para que usara como inodoro. Odiaba cuando me volvía a poner las esposas antes de irse, así que con el tiempo comencé a esperarlo con ansias para que me las quitara. Aunque estaban recubiertas por una piel suave, igual me lastimaban las muñecas y me dejaban la piel en carne viva. Hacía calor en ese cuarto y sudaba mares todos los días. Él decía que estaba por conseguir un aire para el cuarto que me refrescaría el ambiente. Mientras tanto trajo un ventilador, lo cual ayudó mucho. Todos los días le preguntaba cuándo me dejaría volver a casa. Supongo que puedo imaginarme la respuesta a esa pregunta, aunque no recuerde las palabras exactas. Trataba de hacerme sonreír con todas sus voces ridículas. Tenía un acento inglés, uno tejano y otro australiano. Siento que esto era todo parte de su plan para manipularme para que lo obedeciera. Usó sus poderes de persuasión para ganar mi confianza. Se volvió mi mundo entero. Dependía de él para la comida, para la bebida y para mi inodoro. Era mi único entretenimiento. Para ese entonces, ansiaba tanto el contacto humano que en realidad tenía ganas de que me viniera a ver; era como si me trajera un regalo... su presencia. Él era lo único que conocí durante meses. Dormí mucho durante este tiempo. No había más que hacer y dormir me ayudaba a apagar mi corazón partido. No tuve más pesadillas como la primera sobre el secuestro; supongo que estaba viviendo la peor de todas las pesadillas así que a mi mente no se le ocurría algo peor. Cuando soñaba, soñaba que podía volar. Al despertar, no tenía ninguna noción del tiempo. A través de la toalla sobre la ventana se filtraba un poquito de luz, pero no había más luz que esa. Aprendí a calcular la hora con las visitas de Phillip. Sabía que ya debía ser la noche cuando Phillip me traía la cena. No me tocó más después de aquel primer día en el baño hasta que un día, alrededor de una semana más tarde...
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Una Vida Robada
AcakEn el verano de 1991, yo era una niña normal. Hacía cosas normales. Tenía amigos y una madre que me amaba. Era como tú. Hasta el día en que me robaron la vida.