¿Así era como se sentía tener un amante?
¿Eso era él para ella?
Alejandra se giró para mirar al hombre que dormía a su lado en la cama. Su pecho semi desnudo, tapado a medias con las sábanas, se movía ligeramente al ritmo de su respiración.
Mientras lo miraba, se sintió tentada a acariciarlo, a rozar su piel y sentir su tacto en la punta de los dedos, pero se contuvo. No quería despertarlo todavía.
Prefería disfrutar de esos instantes de solitaria compañía.
Miró a su alrededor. La luz del amanecer que se filtraba por las rendijas de la persiana no le permitía apreciar los detalles de la habitación, pero sí sus elementos más básicos.
Las estanterías repletas de libros y figuritas que casi habían tirado al entrar besándose; el escritorio, donde él la había sentado para después arrodillarse ante sus piernas, y aquel póster que no había dejado de mirarla hasta que él apagó la luz.
Silvia nunca lo había hecho a oscuras, pero con él repetiría sin dudarlo. Encontrar su boca en la oscuridad, sentir sus manos acariciando su piel y acariciarle ella, ciega, con el calor de su cuerpo como único guía.
Había sido una experiencia inolvidable.
Sus ojos se detuvieron en el montón de ropa que había en el suelo. Contemplar el dormitorio le había traído recuerdos, pero también había logrado que fuera más consciente de dónde se encontraba. Y de lo extraña que era la situación.
Era su dormitorio, era su cama, era él quien dormía a su lado.
En silencio, Alejandra se giró para contemplar su rostro. Esos labios que adoraba besar levemente entreabiertos, sus ojos cerrados y su pelo algo rizado, despeinado por aquella noche tan intensa…
Por un instante, le pareció irreal estar ahí. Cuando lo conoció, en ningún momento se imaginó que acabaría acostándose con él.
¿Cómo habían llegado a aquello?
¿En qué momento comenzó a sentirse atraída por él y a desearle de aquella manera?
Alejandra volvió a respirar. Llevaba conteniendo el aliento sin darse cuenta un buen rato.
Mientras tomaba aire, posó con cuidado una mano en el pecho de aquel hombre.
Disfrutó del calor y la suavidad de su piel y sus dedos juguetearon con el poco pelo que lo cubría.
Él la había enseñado a disfrutar de las caricias, de tomarse su tiempo en cada una, de acariciar sin prisas deslizando los dedos por la piel como un ciego leyendo palabras en Braille.
Recordó cómo la había acariciado aquella noche, cómo sus manos habían recorrido cada rincón de su cuerpo.
En pleno éxtasis, llegó a pensar que jamás se cansaría de sus caricias.
Alejandra apoyó la cabeza en su pecho, acurrucándose, y él la abrazó.
¿Lo había despertado? No, sus ojos seguían cerrados y su respiración era lenta y pausada.
Ella también cerró los ojos y se quedó dormida escuchando los latidos de su corazón.
***
La despertó un tenue hormigueo en el brazo, como la caricia de los rayos del sol en un fresco día de verano.
Abrió los ojos y parpadeó adormilada.
Era él, claro.
Él, pasando la punta de los dedos por su piel.
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Imaginas 🔞📿🧿ONLY LOS TOYS🧿📿🔞
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