✧ ཻུ۪۪⸙ 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐭𝐡𝐢𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧✧ ཻུ۪۪⸙

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junio,1995

-¡alouqua tienes dieciséis años eres casi mayor de edad y no quieres ayudarle a harry!-la regaño harmione

-¡ay!-se quejo-es que quiero comer helado

-no, ven vamos con los demás

Harry y alouqua aprovechaban cualquier momento para practicar los maleficios, y se sentían más confiado ante aquella prueba que ante las anteriores. Aunque indudablemente sería difícil y peligrosa, Moody tenía razón: el ya se las habían apañado en ocasiones anteriores con engendrosmonstruosos y barreras encantadas, y por lo menos aquella vez lo sabía de antemano y tenía posibilidades de prepararse para lo que le esperaba.

Harta de pillarlos por todas partes, la profesora McGonagall había dado permiso a Harry y a alouqua para usar el aula vacía de Transformaciones durante la hora de comer. No tardo en dominar el embrujo obstaculizador, un conjuro que servía para detener a los atacantes; la maldición reductora, que le permitiría apartar de su camino objetos sólidos, y el encantamiento brújula, un útil descubrimiento de Hermione que haría que la varita señalara justo hacia el norte y, por lo tanto, le permitiría comprobar si iba en la dirección correcta hacia el centro del laberinto. Sin embargo, seguía teniendo problemas con el encantamiento escudo.

-lo estas haciendo bien harry

Hermione comprobando la lista y tachando los encantamientos que ya tenía bien aprendidos.

-Algunos de éstos te pueden ir muy bien.

Vengan a ver esto -dijo desde la ventana. Estaba observando los terrenos del colegio-. ¿Qué estará haciendo Malfoy?

Fueron a ver. Malfoy, Crabbe y Goyle estaban abajo, a la sombra de un árbol. Los dos últimos sonreían de satisfacción, al parecer vigilando algo, mientras Malfoy hablaba cubriéndose la boca con la mano.

Parece como si estuviera usando un walkie-talkie.

-¿un que?-dijo boris

-Es imposible. Se los he dicho: ese tipo de aparatos no funcionan en Hogwarts. Vamos, Harry -añadió enérgicamente, dejando la ventana y volviendo al centro del aula-, repitamos el encantamiento escudo.

Por aquellos días, Sirius les enviaba lechuzas a diario. Al igual que Hermione, parecía que su interés primordial era ayudar a que Harry  pasara la tercera prueba, antes de preocuparse por otros asuntos.

En cada carta le recordaba que, ocurriera lo que ocurriera fuera de los muros de Hogwarts, ni era asunto suyo, ni podía hacer nada al respecto.

Si Voldemort está realmente recobrando fuerzas -escribía-, lo primero para mí es su seguridad. No te puede ponerlas manos encima mientras estés bajo la protección de Dumbledore; pero, aun así, es mejor no arriesgarse: entrénate para el laberinto, y luego ya nos ocuparemos de otros asuntos.

El desayuno fue muy bullicioso en la mesa de Gryffindor la mañana de la tercera prueba. Las lechuzas llevaron a Harry una tarjeta de Sirius para desearle buena suerte.
No era más que un trozo de pergamino doblado con la huella de una pata de perro, pero la agradecieron de todas maneras.

Llegó dos lechuzas para Hermione  llevándole su acostumbrado ejemplar de El Profeta.

Hermione lo desplegó, miró la primera página y escupió sin querer el zumo de calabaza que tenía en la boca. alouqua al leer arrugo la nariz.

-¿Qué...?.

- Nada -se apresuraron a contestar, intentando retirar el periódico de la vista. Pero Ron tomo uno.

Miró el titular, y dijo:

-No puede ser. Hoy no. Esa vieja rata...

¿Qué?. ¿Otra vez Rita Skeeter?

➛𝐒 𝐇 𝐘||𝑯𝒂𝒓𝒓𝒚 𝑱.𝑷𝒐𝒕𝒕𝒆𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora