Capítulo VII: Tienes que ser fuerte

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Ya no podía más. Incluso cuando intentaba actuar de forma correcta todo salía mal. Pensaba que era más simple para aquellos a los que no les importaba nada, que no se preocupaban por hacer el bien ni por tener hermosos valores o ser mejores cada día. ¿De qué servía ser tan correcto? (Que era como creía que estaba siendo).

Los seres humanos comenzamos a clasificar a todos en malos o buenos, solo para poder saber a quién nos vamos a acercar y de qué otros preferiremos tomar distancia, pero ni los malos son completamente malos ni los buenos totalmente buenos. En cada uno hay luces y sombras. Lo importante es tener más de lo primero y no tanto de lo segundo. Te das cuenta de esto cuando notas que la persona que mantenías dentro de las buenas te hace daño, puede que hasta sin saber cuánto, pero hieren mucho más fuerte que las personas que, hasta entonces, considerabas malas, porque de ellos no lo esperabas.

Eran algunas de las cuestiones que reflexionaba y de las preguntas que me hacía a lo largo de esta horrible madrugada en la que mis ojos ya no se querían cerrar.

—Es lo que trato de enseñarte. Los caminos que consideras como buenos no siempre son los mejores —me dijo el odioso fantasma que volvía a aparecer.

— ¡Déjame en paz!

—Como quieras.

Tenía el alma abatida y el corazón intranquilo y triste. Estaba cansado de sentirme así. Ya no podía más.

Se iba acercando la hora de comenzar otra vez, de iniciar un nuevo día que no quería vivir.

Llegué a la escuela secundaria y una de las primeras personas a las que vi, muy a lo lejos, fue a Sara. Ella se apresuró con el objetivo de llegar hasta mí y yo también aceleré mis pasos queriendo que no lo consiguiera.

— ¡Espera, Alex, por favor! —me dijo mientras intentaba alcanzarme.

Finalmente terminó consiguiéndolo.

— ¿Qué quieres? —le pregunté muy áspero.

—De verdad intenté decírtelo, pero... ¡no podía! Quería que todo saliera diferente, pero no tuve opción.

—Sara, siempre hay opciones. Es increíble que solo te acercaras a mí porque él te lo pidió para conocer cuáles eran mis planes. Jamás me hubiera dado cuenta de que ustedes eran familia, pero ahora si veo mucho el parecido.

— ¿Por quién me tomas? Yo jamás haría algo así. Siempre insistió en que ningún estudiante supiera que él es mi abuelo o darían lugar a la duda de cierto favoritismo conmigo. El día que me contaste sobre lo que le había hecho a Esther llegué a casa reclamándole por esos actos tan despiadados, pero él lo negó y fue ahí cuando me obligó a contarle todo lo que sabía y todo lo que supiera a partir de ese momento o me mandaría a otra escuela lejos de mi madre. No podía dejar que eso pasara.

—Podías habérmelo dicho. Juntos hubiéramos ideado un plan para que eso no sucediera. Además, de haber conseguido lo que quería, él estuviera hoy en la cárcel y no te hubiera podido hacer nada.

—También me dijo que si lo que yo deseaba era que mi abuelo fuera a prisión, después de habernos ayudado tanto y con todo lo que ha hecho por nosotras.

— ¿Tu madre y tu abuela lo saben?

—No. Por favor, Alex, perdóname.

Mira, Sara yo... mi amor por ti fue quizás como... pues como quiere el águila al viento, el trueno al relámpago, los planetas al universo o las nubes al cielo. Cada uno siente que es incapaz de separarse de su compañero de viaje, pero el águila no nace conociendo el viento, el trueno prefiere alejarse del rayo, algunos planetas estallan en el universo e incluso el cielo, a veces, se queda sin nubes. Desde que nos conocimos comencé a tener sentimientos muy fuertes por ti, pero no te conocía tan bien, quizás porque no pasamos suficiente tiempo juntos, luego decidiste alejarte de mí, aunque aún permanecías cerca, pero no pasó mucho hasta que mi corazón estalló en mil pedazos y finalmente me quedé sin ti.

Gigantes en guerra [Completa] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora