capítulo 11

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No corregí este capítulo así que quizá tenga palabras repetidas, otras que nada que ver, pero en fin.

A la mañana siguiente Todoroki descubrió que Keigo era madrugador. Demasiado.

Abrió los ojos cuando el olor a café recién hecho inundó sus fosas nasales, pudiendo notar cómo apenas el cuarto comenzaba a iluminarse con los primeros rayos rojizos y brillantes.

Después de que Touya se levantara—con mucho esfuerzo, pues la temperatura seguía siendo helada y el sofá demasiado cómodo—decidieron tomar el desayuno juntos, bueno, al menos en la misma habitación, pues Todoroki eligió sentarse en un sillón aparte.

Cuando cambió las vendas de las manos de Keigo se dió cuenta que sanaban rápido, no estaban del todo curadas y mucho menos completamente cicatrizadas, pero avanzaba bien.

Poco después Touya decidió que el departamento de Takami necesitaba algo de limpieza, así que ambos se dieron a la tarea de comenzar con el que hacer. Desde recoger la ropa sucia del suelo y meterla a la lavadora, fregar los trastes sucios, recoger el desorden (incluyendo ordenar la pequeña colección de discos y películas del mayor) y limpiar el suelo. Todo esto con ABBA, Bee gees y Backstreet boys de fondo, cortesía de Keigo.

Al principio Touya pensó que era tolerable, algunas no eran tan malas, pero su cara cambió por completo a una de poker cuando Kesha comenzó a cantar "Tik Tok". Apretó el palo de la escoba, intentando no romperla sobre la cabeza de Keigo.

Cuando Touya sacó la basura, se encontró con la señora Rosa, quien también lo hacía. La señora le sonrió con amabilidad y después de un dulce saludo se marchó. La mujer era bajita, de mejillas regordetas y rosadas, con un cabello completamente platinado y una pequeña nariz redondita. Al pelinegro se le asemejó a la señora Claus.

Una vez finalizadas las tareas, Todoroki apagó la pequeña bocina de Keigo de un golpe.

Miró el reloj de pared. 12:30 p.m

-—Quieres ir a almorzar?—preguntó Keigo—hay buenos lugares de comida por aquí.

—Permíteme dudar de tus gustos.

—Oye, creo que aquí el de gustos peculiares eres tú, ¿a quién no le gustan los Bee gees? ¿O Kesha?—preguntó viéndose incrédulo.

—Cómo sea, no deberías estarte moviendo demasiado, para empezar.—le dió la espalda, comenzando a caminar hacia cualquier lado, sólo no quería seguirle mirando tan de cerca.—y, debo regresar a la universidad.

—¿Ya?—escuchó su desilusión en aquella frase.—está bien. Pero primero déjame pagarte este favor de cuidarme con un almuerzo, después partiremos a Lincon.—le escuchó caminar hacia él, sintiendo un escalofrío cuando pasó de largo, hacia su habitación.

—Te dije que esto no era un favor.—pero el rubio ya no le escuchaba.

Ambos se vistieron—Touya tuvo que tomar una camisa y un abrigo de Keigo, pues los suyos de la noche anterior aún seguían algo humedos—y salieron del departamento del mayor.

El lugar al que Takami le llevó no estaba muy lejos, por lo que fueron a pie. El menú podía estar en Inglés pero la mayoría de cosas que se leían ahí Touya no tenía ni idea de que eran. Keigo le pidió pozole.

Al final, el rubio le llevó a conocer todo el barrio. No había tanto que mirar, pero Takami veía importante que conociera el barrio. Cuando Touya preguntó por qué, el rubio sólo sonrió.

Keigo volvió a llevarle a comer, ahora una pizza, después al terminar su recorrido.

Cuando volvieron a casa ya debían ser las 6.

Soulmate/DabihawksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora