This isn't the end [hiatus bipolar]

Out of hand

Tom despertó lentamente con el ligero sonido del ventilador resonando en el silencio y la oscuridad de su apartamento.

Sentía los párpados pesados y el esperado dolor de cabeza, ni siquiera tenía ánimos de levantarse, sabía que eso solo traería un dolor punzante mucho peor, así que solo se removió en las sábanas entre quejidos, esperando tal vez caer nuevamente en el sueño.

Pero cuando por fin pensaba que había conseguido esa calma que necesitaba para volver a caer dormido, pequeños ruidos molestos lo perturbaban de su sueño.

Empezaron como sonidos sutiles como el ventilador, pero con forme avanzaba el tiempo, empezó a escuchar los pasos y voces de los vecinos que comenzaban a despertar.

Entre ellos las voces ya conocidas de sus amigos, Edd y Matt parecían estar teniendo una charla, pero se escuchaba bastante más seria de lo que normalmente eran... sospechoso.

Intentó enfocarse en las voces para entenderles, cuál vieja chismosa, pero fue inútil, eran incomprensibles y le dolía demasiado la cabeza.

Al final se dio por vencido, se levantó de su cama aún con cuidado de no pisar las botellas y cristal roto a pesar de su resaca, el tambaleo al caminar lo hacía complicado, pero logró llegar a la cocina.

Abrió el refrigerador dispuesto a tomar otra botella de vodka, pero su estomago se revolvió de solo pensar en ello, cosa que jamás le había pasado.

Con una mano sujetando su estomago y manteniendo el equilibrio con la otra apoyada en el electrodoméstico se retorcio un poco ante el dolor.

¿Quién lo diría?, parece que el alcohol no puede resolver todos tus problemas...

Se retiró como perdedor en esta contienda, y dando media vuelta se derrumbó finalmente en el suelo, aprovechando que no había vidrios rotos cerca.

No se molestó en encender la luz, todo estaba tan tranquilo, tan callado, vacío, tanto que nuevamente el sonido del ventilador robó su atención, mirando al techo maldijo al maldito aparato que en el momento le parecía de lo más molesto.

Estaba irritado, cansado y no le apetecía hacer nada, dudaba que siquiera el hambre pudiese hacerle levantarse de ese lugar.

El olor al alcohol empezaba a molestarle también, ¿cómo diablos es que llegó a este punto en su vida?

Su mente se perdió intentando recordar exactamente el momento en el que perdió el control de su vida, siempre había tenido su adicción al vodka, pero jamás lo había llevado a este extremo.

En su mente intentó repasar su vida entera, desde que nació sin conocer a sus verdaderos padres, hasta que llegó a pensar en el cornudo de nuevo.

Su apartamento de la nada parecía ser inmenso y con ello aparecieron un montón de emociones al mismo tiempo que se le hacían abrumadoras. La soledad que sentía tumbado en el suelo solo alimentaron su miseria, la culpa, el arrepentimiento era demasiado.

No se permitía llorar, y menos enfrente de sus amigos, pero ya no podía soportarlo, y por primera vez en mucho tiempo Tom se dejó llevar y se derrumbó totalmente.

Con las manos ejerciendo presión sobre el vacío de sus ojos, dejó salir un horrible llanto expresando todo lo que le carcomia por dentro en exalaciones cortadas y ahogadas, su corazón retumbaba en sus oídos y las lágrimas salían descontroladas.

Era un desastre y lo sabía, sentía vergüenza de si mismo por estar así de vulnerable, lo hacía sentir débil, pero sobre todo sentía la impotencia y la rabia por todo lo que había pasado, y era todo su culpa.