Capítulo 4

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Según mi experiencia, el paso número cuatro para voltear heteros es uno de los más fáciles pero uno clave en todo el proceso. Es un punto bisagra porque si lo haces bien estás cerca de que él te vea como un amigo. Uno que luego se va a follar claro, pero un amigo en principio. 

Consiste solamente en ser atento. Pon atención a sus cosas, a sus intereses, sus pasatiempos. No importa si no son lo tuyo o no tiene nada que ver contigo. No tienes que mentir y fingir que te gusta algo que no. Puedes ser sincero pero eso no impide que seas atento con lo que a él sí le gusta. Es más, esto es preferible, porque si pones atención en algo que a él le gusta y a ti no entenderá que de verdad le importa tu persona. 

Me he enterado por conversaciones en grupo dentro del salón que a Dante le gusta correr. Como dije, es deportista. Al menos en eso no me equivoqué. Durante un descanso un día se la pasó contándonos a todos los que estábamos ahí sobre las distintas maratones en la ciudad de las que había participado. Al parecer es algo que le fascina y entrena duro antes de cada carrera para estar en condiciones. 

La próxima, contó, era en una semana, y nos dejó saber que no se sentía tan preparado como quería porque había estado ocupado estudiando para los exámenes.

Así que faltando poco para el gran día de la carrera, una tarde que lo vi solo caminando fuera de la universidad decidí que era el momento adecuado para acercarme y preguntarle cómo estaba. 

Y cómo excusa, saqué de mi mochila un paquete de gomitas que he comprado y dejado ahí para ocasiones de emergencia. Si, suena tonto. Pero es efectivo. La comida nunca falla, insisto. 

— ¡Hey, fanático de las gomitas de menta! — lo llamo y él voltea a verme. Lo alcanzo rápidamente. 

— Hey, ¿Te vas a casa también? — pregunta. 

— Así es — respondo y empezamos a caminar juntos entonces. — Toma, ayúdame a deshacerme de las de menta. — le ofrezco el paquete. — Aún sigo sin creer que son las únicas que comes. ¿De qué planeta saliste? — bromeó. 

— Mejor, más para mí — responde orgulloso escarbando en el paquete con sus dedos como un mono. — ¿Acaso tú no eres fan de alguna comida? — pregunta luego.

— Sí, el espaguetti. Ya sabes, una comida normal — lo molesto.

— Pero no puedes comerlo en cualquier momento del día. Las gomitas sí — me pelea.

— Bueno, ya — me río dándole la razón.

— ¿Y vives cerca? — quiere saber después.

— No, debo tomar el autobús a unas calles de aquí. ¿Y tú? 

— Más o menos. Son como veinte calles. ¿Eso es cerca para ti? 

— No jodas. Toma el autobús — me río. 

— Podría, pero me gusta caminar — me cuenta. 

Anotado en un post it mental.

— Me imagino que al menos te sirve como entrenamiento para tu carrera ¿O no? 

— Todo sirve. Estoy fuera de estado. Me va a ir horrible — se lamenta. 

— ¿Es este finde verdad? 

Dante me mira sorprendido y luego me entrega el paquete de gomitas ya libre de todas las verdes. 

— Que buena memoria tienes, Maxi — sonríe y pasa la mano por su cabello.

Dios, amo. 
Y amo lo fácil que surge la conversación entre nosotros.

Cabe aclarar que es el único que me llama Maxi cada vez que nos saludamos. Todos me dicen Max, pero él prefiere Maxi, no sé por qué pero que me diga como quiera siempre y cuando termine en mi cama. 

Cómo voltear a un hetero en 10 pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora