Capítulo 8

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Gracias a Dios, Carla tiene planes para ir a encontrarse con una amiga después del almuerzo así que Dante y yo nos quedamos solos saliendo de la universidad. Supongo que caminaremos juntos hasta la parada de autobús como la otra vez. 

— Hoy tomaré el autobús contigo — me informa sin embargo en medio del camino. — Voy a descansar mis piernas de la carrera de ayer.

— De acuerdo. ¿Tienes para el boleto? Porque tengo carga extra en mi tarjeta para pagar el tuyo si no — le ofrezco. 

— Demonios, no pensé en eso. No tengo tarjeta. Como siempre camino. Me pregunto qué carajos iba a ser luego de subir — ríe. — Gracias, Maxi. ¿Es que acaso siempre estás en todo y tienes la solución para todo? 

— Ya quisiera — respondo agachando la mirada. Por dentro me siento victorioso. 

Cariño, yo tengo todo lo que tú necesitas. 

— De seguro debes intimidar bastante a los chicos con los que sales ¿No? — comenta. Lo miro. No esperaba oír algo así. 

— ¿Qué? No, nada que ver — niego. 

— Seguro que sí — insiste riendo. 

— No, me inhibo bastante cuando salgo con alguien. No sirvo para esas cosas — le cuento y eso es puramente cierto. Llegamos a la parada y tomo asiento. Él se queda parado frente a mí. 

— ¿Por qué? — quiere saber.

— Creo que me encierro en mí mismo, y me cuesta darles una oportunidad.

— ¿Es por eso que no quisiste ir a ver al chico del que hablaba el novio de Emi? 

Yo asiento sin mirarlo. Pongo mis manos entre mis piernas, las flexiono y llevo hasta mi pecho. Me hago una bolita. Esto me sale natural. Hablar de la parte sentimental de mi vida amorosa no era parte del plan. Nunca lo es. A los heteros nunca les interesa esa parte de mí. 

Pero a Dante sí. 

No lo estoy mirando pero enseguida me sienta al lado mío. Literal. Hay espacio pero él está tan cerca que nuestros brazos se rozan.

— Te entiendo. A veces darle una oportunidad a alguien da miedo — dice. — Pero eso déjalo para gente como yo que somos simples mortales. Tú tienes todo lo que cualquier chico quisiera, Max. 

¿Estoy escuchando mal o qué diablos? 

— ¿En serio? — pregunto mirándolo. 

— Sí, vamos, eres lindo, bueno, inteligente y divertido. ¿Qué más quieren? No deberías tener miedo de salir con alguien — sé que está intentando animarme y nada más pero no puedo evitar que se me acalore el pecho al escucharlo. También siento mi corazón acelerándose. 

¿Por qué me hace esto? 
No me gusta.

Es la primera vez que un hetero me dice una cosa así. Nunca son tan directos, ni tan sentimentales. ¿Por qué él sí?

Me avergüenzo genuinamente y no sé qué responder. Solo me sale un pequeño "gracias" y ya. Volteo hacia el lado opuesto. No puedo ni mirarlo a la cara ahora.

Dante no dice más nada. El autobús llega pronto y ambos subimos. Pago nuestros pasajes y nos vamos a sentar detrás de todo. Hace calor aquí dentro o quizás solo soy yo. Como sea, estoy del lado de la ventana e intento abrirla para que entre algo de aire pero está super trabada. Mis músculos no pueden deslizarla. ¿Por qué me siento tan debilucho de repente? 

— Yo la abro — Dante se inclina sobre mí y la abre con simpleza. No jodan, ¿Qué carajos me pasa? 

— Gracias — respondo una vez más. 

Cómo voltear a un hetero en 10 pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora