𝕯𝖎𝖊𝖟

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Las clases de ese día habían acabado, cabe recalcar que Okumura no paró de mirar a Eijun y esté claro que lo había notado pero prefirió no hacer nada al respecto, no creía que fuera algo malo. En cambio un pelirosa y un azabache no pensaban lo mismo, querían saltar encima del nuevo alumno y alejarlo lo más posible de su amigo, su simple existencia les molestaba.

Ya todos estaban guardando sus respectivos libros, el castaño lo hacía con mucha calma ya que le gustaba la organización, además no tenía por qué estar apurado.
Estaba a punto de irse cuando una voz y un agarre en su brazo lo detuvieron.

-Eijun! ¿no me darías un recorrido por las instalaciones?- preguntó el rubio ceniza.

-Claro!! lo había olvidado...ven comencemos ahora que no hay mucho tiempo.- sonrió para luego comenzar a caminar siendo seguido inmediatamente por Koushuu.

-Entonces...¿qué hay de divertido en esta escuela además de tus debates?-

-Oye!!- rió divertido el castaño.- mis debates son geniales y respondiendo tu pregunta...supongo que queda a opinión de cada uno. En mi caso me divierto con mis amigos y en la biblioteca.-

-¿Biblioteca?, estás bromeando ¿verdad?-

-Ven, te demostraré que la biblioteca es lo mejor de este lugar.- Sawamura tomó la mano de Okumura y comenzó a correr en dirección a ese lugar, el rubio solo podía pensar y ver como sus manos estaban juntas en ese momento y lo bien que encajaban. Era como si hubieran sido hechas una para la otra.

Ya se encontraban en ese magnífico lugar que tanto le encantaba al ojiambar, su puerta era gigantesca y se notaba que era antigua. Al entrar un potente olor a libros, tanto viejos como nuevos, llegó a las fosas nasales de ambos jóvenes, además de una iluminación tenue que daba una sensación de relajación.
Koushuu no podía creer lo inmensa que era esa biblioteca, ahora entendía porque Eijun disfrutaba estar allí, el silencio, la calma y todo el aprendizaje al alcanze de tus manos.

-¿Qué lees aquí?- preguntó el rubio que se encontraba mirando en todas direcciones.

-De todo un poco, literatura, biología, filosofía...pero lo que más amo leer es la historia.- sonrió tomando un libro que estaba cerca de él, uno griego específicamente.
-Gracias a este lugar pude aprender cosas que no sabía sobre nuestra historia, donde vivía los libros sobre este tema eran muy básicos al igual que lo que te enseñaban en la escuela. Saber quién eres y de dónde provienez es la mejor sensación del mundo...- Okumura observaba detenidamente al castaño, cada gesto, cada pequeña sonrisa cuando hablaba de la historia, como sus delgados dedos se deslizaban por esas viejas hojas de papel. Era hipnotizante.

-¿Cuándo descubriste que no eras...ya sabes, como los demás?-

-Cuando tenía 9 años y no fue la forma más linda y calmada que digamos...- soltó una risa nerviosa.

-¿Qué ocurrió?-

-Mejor sentemosnos...- Sawamura se dirigió hacia una mesa que allí estaba, en frente de él se sentó Okumura atento al comienzo de su relato.
-A diferencia de muchos otros semidioses yo nunca tuve un "padre", las únicas personas en mi vida son mi madre y mi abuelo, supongo que por esa razón era tan hiperactivo...- rió desganado, esos recuerdos eran algo que no disfrutaba pero que sabía necesitaba superarlos.- Un día jugando baseball con otros niños fue que descubrí quien era, mejor dicho porque era así, siempre me sentí diferente a los demás, mayor resistencia, mejor intelecto, una mente y actitud que no eran propias de un niño.
Ese día me sentía con más energía de lo normal sin embargo no le presté mucha atención ya que no me parecía algo raro viniendo de mi, solo que...si hubiera podido detenerme...nadie habría salido herido.-

𝕯𝖎𝖔𝖘𝖊𝖘 𝕰𝖝𝖙𝖎𝖓𝖙𝖔𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora