𝕯𝖎𝖔𝖘𝖊𝖘 𝕰𝖝𝖙𝖎𝖓𝖙𝖔𝖘

𝕮𝖎𝖓𝖈𝖔

En esos momentos se encontraba muerto, era su fin, todo su esfuerzo por ocultar quién era seguro estaría en la basura. ¿Es que acaso no puede controlarse?, al parecer no, porque una simple provocación ocasionó que ahora mismo tenga bajo él en una llave a un compañero, mientras pequeñas chispas y rayos emanan de su cuerpo.

Todo comenzó 10 minutos antes, el salón de Eijun ya se encontraba entrenando, nada pesado solo ejercicios de calentamiento. Su profesor a cargo era el mismísimo hijo de Anubis, todos esperaban que su entrenamiento sea la mismísima muerte, y no estaban equivocados.

—¡Atención! formaremos equipos de dos personas para entrenar defensa personal, es muy importante por si alguien quiere dañarlos.

—¿Podemos elegir nosotros? —preguntó una chica.

—No, yo los formaré al azar. —y así comenzó a llamar uno por uno gracias a una lista donde también marcaba de quién eran hijos.

—¡Sawamura Eijun!...hijo de Ares...interesante —murmuró lo último para si mismo— ¡Tú estarás contra Takeda-kun!

—¡Vas a morir nenita!

Un chico alto y corpulento se acercó al castaño de forma desafiante, este trago en seco por la intimidación. Había lidiado con tipos como él pero no frente a tantas personas.

—¿Qué tal si me rindo?, no tendrías que esforzarte y yo no tendré un ojo morado. —sonrió de forma nerviosa esperando compadecer a su oponente.

—Oh no, claro que no, pelea conmigo hijo de Ares.

—Mierda... —susurró.

Ya con todos los equipos armados cada grupo fue pasando al centro del ring, siendo observados por todos, incluyendo el profesor, para medir su nivel de fuerza en combate y las estrategias que emplean si es que lo hacen, o si simplemente pelean por instinto.
El turno de Sawamura había llegado, tenía planeado rendirse fácilmente y no causar muchos problemas pero el estúpido de su compañero no sabía mantener la boca cerrada.

—Vamos Sawamura ¿o acaso tienes miedo? he oído rumores de que te avergüenzas de ti mismo. Que patético.

El castaño intentaba no ceder antes las provocaciones pero su identidad y el ocultarla era un tema sensible para él, ya que toda su vida había sido así y pensaba que en esta escuela por fin podría ser el mismo. Pero se equivocó.

»¿Qué pensará Ares de tener un sucesor tan patético?, tal vez se esté retorciendo de la decepción dónde sea que esté.

Y ahí fue donde todo acabó, tomó esas palabras como si su verdadero padre estuviera decepcionado de él ¿y cómo no estarlo?, desde que tiene uso de memoria su familia se ha empeñado en ocultarlo del mundo tanto humano como de Dioses. Ya estaba cansado de ser una farsa.

—¿Quieres bailar idiota? bailamos entonces.

Eijun aún no sabía controlar sus poderes, solo fue entrenado por su abuelo para defenderse, por lo que en ese momento no se había percatado de que sus ojos brillaban con tal intensidad que parecía que una tormenta estaba atrapada en ellos, y pequeños rayos y chispas saltaban de su cuerpo.
Todo acabó en menos de un segundo, todo fue tan rápido que ni siquiera el profesor logró ver bien que había ocurrido.

—¡Sueltame!

El castaño había aplicado una efectiva llave en su oponente, sumando su fuerza como semidiós y las pequeñas descargas eléctricas su compañero la estaba pasando mal.

—Ya Sawamura, el combate terminó. —el profesor había intervenido a tiempo y logró separarlos, aún con la sorpresa latente— ¿Qué fue eso?

—Un combate y gané ¿puedo ir a la enfermería ya?