Capítulo 14

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Estar solo no tiene nada que ver con cuántas personas hay alrededor 

(Revolutionary Road, Richard Yates)

(Revolutionary Road, Richard Yates)

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Presente.

Narra Candy.

—Trabajé unos días cuidando a ese niño. Deseaba tener un niño en mis brazos, así que busqué trabajo de niñera, pero no duré mucho —explico. José pasa por mi lado. Suspiro—. No estoy loca, pero solo tuve cuatro días sabiendo que estaba embarazada antes de que me tocara perderlo. No pude disfrutarlo —intento justificarme. 

José se detiene, dando la vuelta bruscamente para encararme.

—Si descubro que estás mintiendo, me encargaré de enviarte a la cárcel. —Me señala con el dedo. Trago saliva. Dicho eso, vuelve a girarse, me quedo en mi sitio sin saber qué hacer. ¿Por qué me odia tanto? Antes solía ser un buen hombre. O eso creía. 

Sin darme cuenta, pasa por mi lado de regreso a la caja ya con las cervezas en sus manos. Lo sigo sin emitir palabra alguna. 

—Quiero que entiendas que el único motivo por el que te soporto, es porque mi hermano después de nunca haberse enamorado, decidió hacerlo de la menos indicada. Solo por eso, me reservo la opinión de lo que significas para mí. —Sus palabras son dardos, pero no dejo que lo note. 

—Puedes decirlo, no me importa lo que tú u otra persona pueda pensar de mí, tienes que entender, que con quien duermo, no es contigo, así que lo que tú pienses u opines de mí, me importa lo mismo que me importa el salir con medias a la calle, es decir, nada. —Endurece la barbilla—. No te confundas y pienses que porque te he dado ciertas explicaciones de mi pasado, me importas. Porque ese no es el caso, si lo he hecho es porque me sentí atacada por ti y quería que vieras que no soy mala persona, pero fue solo por un momento, ya no me interesa. —Subo al elevador con la sangre hirviendo. Entra después de mí.

—Si le haces daño a Gideón, te las verás conmigo —advierte. 

Me siento tentada en preguntarle qué es lo que hará, pero me reservo mi comentario. Apenas las puertas se abren, salgo como alma que lleva el diablo. Me tomo unos segundos para relajarme antes de usar la llave que Gideón me dio y abrir. 

—¡Ya llegaron! —avisa Alice. Gideón sale minutos después, cuando yo estoy guardando las cervezas en el refrigerador. 

—Hola, Caramelo. —Rio. Gideón me abraza por la espalda. Huele delicioso. Me giro en sus brazos, coloco los míos alrededor de su cuello.

—Hueles divino. —Aspiro su perfume.

—Me gusta más cómo olemos después de tener un orgasmo —susurra en mi oído. Trago saliva. 

Mierda, ¿por qué tuvimos que invitar a tanta gente hoy? Era mejor estar los dos solos, uno encima del otro... o debajo, el orden no importa. 

—Ya dejan de estar secreteando y vengan para acá. —Como cosa rara, Alice parece ser la mamá mandona. Nos separamos para obedecerla. Se escucha unos golpes en la puerta.

—Debe ser Moni  y Stevie —comento más para mí misma. Les abro la puerta. Moni extiende una botella de vino. La acepto besando su mejilla y dándole un fuerte abrazo. Desde que nos fuimos de viaje aquel día, no habíamos estado separadas tanto tiempo, incluso, ni siquiera un día entero. Es la primera vez. 

—Te ves bien, pioja. —Arrugo el rostro. Detesto que me llame así.

—Ya déjala —le ordena Moni. Le saco la lengua a Stevie como niña chiquita, lo que hace que él desordene mi cabello. 

—¡Stevie! —chillo, apartándolo con las manos. Gideón se acerca. Saluda ambos, le tiendo la botella de vino. Gideón la observa.

—Es una buena botella —comenta, agradeciendo. Los chicos toman asiento, coloco música a un nivel moderado y de pronto, ya todos están a gusto hablando de diferentes cosas. 

Intento no alterarme cuando José se lleva a Gideón a la terraza. La duda de lo que pueda estar diciéndole, me carcome. 

—¿Estás bien? —Parpadeo dejando de ver a la terraza. Es como si supiera que en cualquier momento, Gideón saldrá enfadado conmigo por algo que le diga José, y terminará corriéndome de su apartamento y de su vida. Suspiro.

—José era el de los mensajes —le cuento bajito. Me levanto del sofá antes de que comience con sus preguntas—¿En qué te ayudo? —le pregunto a Alice, ella me mira. Deja de mezclar el guiso de lo que sea que está haciendo, me ofrece un poco. Soplo y pruebo.

Lo primero que noto es la combinación de lo dulce con lo picante. La sensación en mi paladar es alucinante. Creo que he tenido un orgasmo bucal, ja.

—¡Está delicioso, Alice! —exclamo emocionada. Ella sonríe complacida, mientras lava el cubierto con el que me dio a probar.

—Me alegra que te guste. Puedes ir poniendo la mesa, ya la comida está lista. —Asiento.

Ubico las cosas que necesito, las acomodo en la barra americana, una encima de la otra, ya que está más cerca que la mesa y cuando tengo todo acomodado, camino cargando las cosas hasta la mesa, comienzo a repartir los platos, vasos, copas, cubiertos, servilletas y demás, de manera estratégica.

Agradezco que sea una mesa larga de seis puesto, lo que nos permite estar cómodos.  Ayudo a Alice a llevar la comida hasta ahí.

—¿Sabes que tanto hablan? Es muy sospechoso —susurra Alice.  Me encojo de hombros intentando restarle importancia.

—No tengo idea. ¿Por qué crees que es sospechoso? —inquiero.

—Porque no dejan de ver para acá, como si lo que estuvieran hablando fuera secreto de estado o algo que nadie pueda saber y por eso vigilan la entrada. Mira sus expresiones corporales. Es claro que lo que están hablando, es algo que no quieren que nadie sepa. —Los argumentos conspirativos de Alice, me dejan peor. 

—Tal vez solo estén hablando de negocios. —Eso no me lo creo ni yo misma.

—Yo creo que están hablando de ti —sentencia. Trago saliva.

—No lo creo, ¿qué podrían estar hablando mío?

—No lo sé, quizás sobre el dónde estuviste todo este tiempo. —Niego.

—Ya eso lo saben —declaro.

—¿Qué me dices de lo de la adopción?  ¿Ya le contaste sobre eso? —Giro mi cabeza, viéndola sorprendida.

—¿Cómo sabes eso? —inquiero aterrada.

—Ellos no fueron los únicos que te buscaron, Alejandra. —Mi corazón late fuertemente.

¿Cuántas sorpresas más me deparará el destino?

¿Acaso todo el mundo decidió buscarme? Mejor dicho, ¿Acaso todos decidieron investigarme?

¿Acaso todo el mundo decidió buscarme? Mejor dicho, ¿Acaso todos decidieron investigarme?

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Chan, chan, chaaaaaan.

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