Final

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Raven

Escuché la puerta abrirse, abrí mis ojos.

—Emori, despierta —la empuje de la cama.

—Auch ¿qué pasa? —me miró con el ceño fruncido.

—Octavia y Lexa no están —me miro desconcertada, me levanté y encendí la luz, había un sobre en las sabanas tiradas, Lexa había ido a entregarse, y seguramente Octavia fue a detenerla—. Tenemos que irnos, ahora.

Nos pusimos los zapatos lo más rápido que pudimos y salimos corriendo tras las chicas, miré a Octavia a lo lejos y la tomé del brazo.

—¿Qué rayos crees qué haces?

—No dejaré que se entregue —se soltó de mi agarré y comenzó a volver a caminar hacia Lexa.

Llegamos a un estacionamiento, Octavia no sé dónde rayos esta, Emori y yo nos escondimos detrás de unos pilares, ahí estaba Lexa enfrente de esa mujer, Azgeda.

Lexa

Estaba frente a frente con la mujer de la que tanto había huido, de la asesina de mis padres, y de la mujer que hizo que mi vida fuera de todo menos la de una niña normal.

—Aquí estoy Azgeda, deja ir a Clarke —le dije con firmeza—. Tanto me querías, pues aquí me tienes, puedes hacer conmigo lo que quieras, pero deja a Clarke.

Me había encontrado a Anya al salir del cuarto, ella dijo que tenía un plan, pero que le diera tiempo, así que se lo estaba dando.

—Si que eres una perra escurridiza, Lexa Cadogan —fruncí el ceño—. Oh, perdón, al parecer desde hace unos años eres Lexa Woods —la miré con molestia—. Sabes, has sido la que más me ha costado trabajo capturar, ese es un mérito que te voy a dar ¿sabes cuáles fueron las últimas palabras de tus padres? ¿No? Pues te cuento, ellos sollozaban y suplicaban, como usualmente lo hacen las personas apuntó de morir, dijeron "Jamás tendrás a Lexa" y míranos ahora, tú dispuesta a entregarte para salvar a tu novia ¿no les parece eso dulce, muchachos?

Los perros guardianes de Azgeda asintieron, uno se acercó a susurrarle algo.

—Uh, tenemos visitas en este día tan especial, tráiganlas —su tono sarcástico y burlón era tan exasperante, miré a quienes traían y la miré con aún más molestia.

Anya, Emori y Raven, las hicieron inclinarse.

—Falta su novia para esta gran fiesta, tráiganla —un hombre hizo que Clarke se bajará de una camioneta negra grande, la misma que tenía en mis recuerdos de hace años.

—¡Eres una maldita! —iba a correr contra ella pero me apuntaron con un arma en la cabeza—. ¡Anda! ¡Diles que me disparen si tanto quieres matarme! —dije con impotencia, un hombre me dio un rodillazo en el estómago que hizo que cayera al suelo y también ahí comenzaron a golpearme.

—Ya —Azgeda ordenó y pararon, se acercó a mi y levantó mi rostro—. Cuando eras una niña habría vendido tus órganos, ahora eres una mujer, una mujer joven, atractiva, llena de vida, no me servirás muerta, no, aunque aún no decido bien que hacer contigo, podría hacer una subasta contigo, venderte como una Virgen al mejor postor, sé que no eres Virgen pero ¿quien más lo sabrá? —le escupí en la cara y ella me dio una cachetada, se limpió el rostro y se levantó—. ¿Ves? Llena de vida.

—Púdrete —le dije con furia y ella me miró con burla.

—Lo haré algún día cariño, pero lo harás tú primero, pudriéndote en tu miseria —se encogió de hombros—. Mátenlas a todas y traigan a Lexa.

Vuelve a mi (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora