Soga

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Por regla general después de un encuentro sexual, todos los sexoservidores tenían que ducharse antes de retirarse, sin embargo, el que la chica morena con la que Hongbin acababa de acostarse se pusiera a llorar, no fue precisamente un alago para él.

— ¿Estás bien? — preguntó no muy seguro, después de todo no la conocía de ninguna parte, y seguramente jamás la volvería a ver.

— Si, yo, lo siento... — comentó limpiando su rostro vagamente — es solo que esta, es la primera vez que hago algo como esto.

— ¿Ah? — expresó mostrándose confundido.

— Tú, me acabas de confirmar algo que hace tiempo temía, y es justo por eso que estoy llorando.

— Discúlpame, pero no te estoy entendiendo nada — agregó aún más confuso.

— No te preocupes, no tienes porque, esto es algo mío...

Extrañado a más no poder fue como Hongbin salió de aquella cita, esta era la quinta de la semana y aunque parecía raro, el que fuera "nuevo" en el consorcio, parecía estarle dando cierto interés a los posibles clientes que más a menudo solicitaban de sus servicios. Por ello, una vez que se despidió de la chica, Hongbin llamó al servicio de limpieza y salió del cuarto para posteriormente entrar al elevador y bajar unos cuantos pisos hasta el área del comedor, en donde se encontraría con su nuevo instructor.

— ¿Jaebeom? — preguntó una vez que se acercó a un chico con un brazo y cuello tatuado, así como un corte militar casi al ras.

— Tú debes de ser Hongbin ¿verdad?... — tras el movimiento de cabeza afirmativo del mencionado, continuó — anda, siéntate.

No había que decir que aquel hombre frente a él imponía, y no era por el hecho de ser mucho mayor que él, sino por el aura que reflejaba, misma que era tan cargada como dura, pero al mismo tiempo lucía relajado y despreocupado, de manera que lo único que atinó a hacer Hongbin, fue a escuchar detalladamente lo que el contrario le estaba explicando, procurando absorber la mayor cantidad posible.

—... Escucha, esta es una práctica que involucra dolor y castigos, una que requiere más que nada del consentimiento de ambas partes y sobre todo que sea seguro, así como de tener reglas y límites que mantengan un equilibrio para el disfrute de los participantes. Lo que voy a enseñarte será lo básico, solo para jugar con la idea, así que ya puedes relajar la cara... — comentó burlándose del aspecto que Hongbin había puesto, después de que Jaebeom abriera un bonito set de bondage sobre la mesa — a menos que quieras instruirte en esto de lleno y convertirte en un amo, o si lo prefieres en un sumiso.

— No, yo...

— Solo estoy bromeando... — burló nuevamente — Y por eso es importante que recuerdes que el BDSM, no tiene nada que ver con un desorden mental y mucho menos con lastimar al otro a costa del placer.

La explicación de Jaebeom fue para Hongbin, la más explícita y detallada de todas las "clases" que había tenido desde que había ingresado al Consorcio. Aunque la idea de jugar con los sentidos era algo que no le desagradaba del todo, con respecto a tener sexo con los ojos vendados o estar sujeto a una cama inmovilizado, el que estas prácticas fuera por niveles, fue lo que más le impresionó, especialmente hablando sobre los castigos que podrían ser desde un par de nalgadas, hasta azotes reales con varas o fustas; sin embargo, también era muy consciente de que no era algo que todo el mundo disfrutara, por lo tanto era importante saber distinguir que líneas no cruzar para no meterse en un problema de verdad.

—... Toma, este puedes quedártelo, posiblemente lo necesites, ya que nunca falta la chica o el chico que quiera experimentar, aunque los que realmente disfrutan de esto como yo, tienen un código especial dentro del catálogo de sexoservidores, así que pierde cuidado, que ninguna dominatrix o dominante va a solicitar un servicio tan básico como el sexo vainilla.

Consorcio Lemmon [HyukBin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora