Los Titanes y John corrieron hacia la iglesia, probablemente habría sido más seguro si Raven les hubiera teletransportado a la puerta del edificio sagrado, pero estaba débil y no se atrevía a dar demasiado de si misma antes de entrar en el lugar.
Estaban a solo unos metros cuando escucharon el sonido de cristal rompiéndose y caer al suelo, rompiéndose en aún más pedazos.
- ¡La barrera se ha roto! - Jadeó Raven, tratando de mantener el ritmo de sus amigos lo mejor que pudo.
Entonces oyeron cascos y relinchos furiosos.
- ¡Y el Jinete no esta contento! - Gruñó John.
Por suerte para ellos, lograron llegar a la iglesia segundos después, Dick y John abrieron la pesada puerta con un poco de esfuerzo mientras Raven miraba el imponente edificio con un ligero temblor, agarrándose el corte del brazo gruño y siguió a sus amigos.
- ¡Vamos, rápido! ¡Todos dentro! - Gritó John, y cuando finalmente todos estuvieron dentro él y Dick cerraron la puerta.
Al resto les hubiera gustado soltar un suspiro de alivio al saberse a salvo aunque solo sea por unos momentos, pero antes de hacerlo oyeron un grito ahogado.
- ¡Aaarrrrhhhggg! - Raven se agarró las manos y las acunó hacia su pecho a la vez que sus piernas comenzaban a ceder.
Actuando, en parte por instinto, Damian corrió hacia ella y la sujetó contra su cuerpo, evitando que se desplomara en el suelo.
- Raven... - Murmuró Damian, mirando con asombro la mueca de dolor de su compañera.
- ¡Cogela en brazos! - Exclamó John, acercándose a las dos aves - ¡Venga, álzala en brazos! ¡No dejes que toque nada, ni el suelo, ni las bancas, ni nada!
Damian obedeció algo aturdido y, a pesar de los quejidos de Raven cuando la movió, la alzó al estilo nupcial y acurrucó la cabeza de la joven en su pecho, fue entonces que noto algo que lo preocupó.
- Su corazón...va a mil por hora – Murmuró, fue solo un susurro pero pareció despertar al resto de los Titanes del ensimismamiento en el que habían entrado.
- Oh, Raven... - Lloró Kory, trató de acercarse, buscando alguna manera de ayudar o consolar a su amiga, pero John les impidió acercarse más alzando un brazo.
- Todos nos mantendremos tranquilos ¿Esta bien? Todos en calma – Dijo John, acercándose lentamente, como si no quisiera asustar a un animal salvaje y herido, agarró la muñeca de Raven y midió su pulso desenfrenado – Y solo hablo yo, muchas voces a la vez no le gustan a nadie ¿Verdad?
Cuando todos asintieron temblorosamente, John volvió a hablar mirando a Raven, fuertemente acurrucada en los brazos de su compañero que la agarraba como si se tratara de una pluma.
- Esta bien, Rachel, Rachel escuchame ¿Si? Entrar en pánico no ayudara a nadie en este momento, has de respirar, respira y calmate, mientras no toques nada el dolor y malestar se mantendrán constantes pero no irán a más.
- ¡Estoy respirando! - Jadeó Raven.
- No, amor – Dijo John, con voz clara y fuerte – Estas jadeando y a punto de hiperventilar, pero eso no es respirar con normalidad.
- No hay suficiente aire... - Se quejó Raven, aún con los ojos fuertemente cerrados.
- Si lo hay...pero para poder usarlo has de relajarte y respirar con calma, Rachel tu corazón late muy rápido, acabaras por transformarte si sigues así y entonces si que estaremos en problemas, porque es tu parte humana la que te esta permitiendo estar aquí dentro, no sabemos que puede pasar si te transformas ahora, no podemos permitirnos eso.
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La Manada de las Sombras
AdventurePor culpa de Zatanna las criaturas sobrenaturales se precipitan al mundo humano y ahora Raven se ve obligada a revelar un secreto que llevaba tiempo tratando de ocultar de los demás para ayudarla a mantener al mundo sobrenatural y humano juntos pero...