Quien no arriesga no gana.

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- ¿Entonces al final era el marido? - Preguntó Lucifer, sentado cómodamente en el banquillo del piano. Tocaba una melodía tranquila y amena, casi perezosa.

- Sip – Respondió Raven, mirando hacia el fondo de su baso, removiendo el líquido en círculos – La historia es como todos podrían imaginar: Robó la cabeza para tener control sobre él y no tardó en perder el poco control que creía tener. Todo se fue a la mierda a partir de ahí – Suspiró.

- No debía ser un tipo muy listo – Comentó el diablo – Era obvio que el que acabaría mal era él mismo. O al menos debería haberlo imaginado.

- Si, pero ya sabes como pueden ser los humanos – Le sonrió Raven – Han de cagarla una y otra vez para aprender. Y ni siquiera tú o yo estamos exentos a esa regla.

Lucifer respondió con un ruido de acuerdo, pero no dijo nada más durante unos segundos.

- Me hubiera gustado haber ido con vosotros, podría haber acabado las cosas más rápido, pero tenia mis propios problemas aquí.

- ¿Dichos problemas tienen que ver con el hecho de que el Lux está cerrado un Viernes por la noche? - Preguntó Raven, mirando a su alrededor con lentitud.

Estaba sentada en la barra y, si bien el local siempre le había parecido enorme, ahora que estaba vacío, le parecía incluso más grande que de costumbre.

- No me malinterpretes, me encanta la privacidad que nos proporciona que no haya nadie. Y lo prefiero así que cuando esta a rebosar de gente borracha, colocada, metiéndose vete tú a saber que en vena y teniendo sexo por los rincones...Pero eso es más una preferencia personal mía. A ti te suele gustar más cuando hay gente – Su sonrisa era alentadora al igual que su tono, pero el brillo opaco de la preocupación en sus ojos la delató, y ambos lo sabían - ¿Estás bien?

- ¡Por supuesto! – Exclamó, acariciando las teclas del piano pensativamente – Eso debería preguntarlo yo.

Raven le alzó una ceja y Lucifer soltó un suspiro casi demasiado dramático.

- Has venido antes de supieras que hoy estaba cerrado, ambos sabemos que no te gusta este lugar cuando esta lleno de gente, pero aún así has venido. Llevas rato con esa mirada de polluelo caído del nido y, aunque no soy una criatura tan empática como tú, no soy tonto, te conozco – Se levantó y fue a sentarse a su lado - ¿Que pasa? ¿Es por ese tipo? ¿Tobias?

- No exactamente, pero admito que me incomoda un poco – Admitió Raven, bebiendo lo que quedaba en su baso de un trago – Se lo merecía, y no debemos meternos en los tratos que hace la gente...ni siquiera tú lo haces...

- Bueno...lo hago si es necesario, pero no es ético – Ofreció rellenarle el baso con un gesto, pero Raven negó con la cabeza, ya había bebido suficiente.

Aunque es cierto que no podía emborracharse...bueno, no es que no pudiera. Su metabolismo trabajaba tan deprisa que eliminaba el alcohol de su torrente sanguíneo antes de que se diera cuenta. Al igual que cuando pillaba un resfriado o un virus estomacal, no es que no se enfermara nunca, es que la mayoría de veces ni siquiera se daba cuenta.

Pero a pesar de todo, incluso ella sabia cuando dejar de beber. Y pensar que ni siquiera tenía diecisiete años...

En el fondo era solo una adolescente. Una adolescente con un gran peso de responsabilidad sobre los hombros...pero solo una adolescente al fin y al cabo.

- Tengo sentimientos encontrados... - Murmuró – Si, se lo merecía, si, él se lo había buscado y se había metido en la boca del lobo solito...y era una especie de justicia poética...pero va en contra de todo lo que Azar trató de enseñarme. Es en momentos como este que me doy cuenta de lo diferente que este lugar en comparación con Azarath.

La Manada de las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora