Parte 3 EL VIOLÍN ENCANTADO

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Lee Sungmin, no volvió a encontrar enseguida en la Opera el triunfo de la famosa función de gala. Desde entonces, sin embargo, había tenido ocasión de hacerse oír en una fiesta social de una duquesa, en la que cantó los más hermosos fragmentos de su repertorio; y he aquí una línea de cómo se expresaron al respecto los grandes críticos:

"Cuando canta, Mozart, debe abandonar los eternos recintos por venir a oírlo".

Pero, después del festejo de esa duquesa, Sungmin no volvió aparecer en sociedad. No quiso aceptar más invitaciones de esa clase. Sin dar pretexto plausible renunció a figurar en una fiesta más. Parecía que ya no fuera dueño de su destino y que tuviera miedo de obtener un nuevo triunfo.

Se supo que el conde Hangeng, para complacer a su hermano, había hecho gestiones insistentes en su favor con el señor Kim; pero le escribió para pedirle que no les hablara más de él a sus directores. ¿Cuáles podían ser las razones de tan extraña actitud?

¡Oh! No se dejaba ver en ninguna parte y el vizconde Siwon ya desesperaba recibir una respuesta, pues le había escrito para saber si podía presentarse en donde residía, cuando una mañana le enviaron lo siguiente:

"Señor, no me he olvidado del niño que salvo mi sombrero del mar. No puedo dejar de escribirle esto hoy que parto, mañana es el aniversario de la muerte de mi pobre padre, que usted conoció y le quería tanto. Está enterrado con su violín, en el cementerio que rodea la iglesia, al pie de la colina en que de pequeños jugamos"

Así recibió esta nota de Lee Sungmin, el vizconde Siwon se precipitó a consultar un indicador de ferrocarriles, escribió algunas líneas para su hermano y se metió dentro de un coche.

Durante todo el trayecto releyó la nota, y evocó su imagen durante los años infantiles. Pasó toda aquella abominable noche de ferrocarril así y cuando se encontró con que era el único viajero en bajar en aquella dirección interrogó al cochero. Supo que un joven se había hecho conducir también, alojándose en la única posada del lugar. Siwon dejó escapar un suspiro. Iba a poder hablar con toda tranquilidad con Sungmin en medio de aquella soledad. A medida que se iba acercando a él, recordaba la historia del pequeño cantor.

Había una vez, en una pequeña aldea, una campesino que vivía allí con su familia, cultivando la tierra durante la semana y cantando el domingo, acompañado por un violín. Aquel campesino tenía un hijo al que enseño mucho antes que a leer, a descifrar el alfabeto musical. El padre de Lee, era, sin que quizá lo sospechara, un músico notable. Su reputación se extendía por toda la comarca y siempre se dirigían a él para que hiciera bailar las parejas en los festines. La madre de Sungmin murió cuando este tenía seis años. Enseguida que esto sucedió, el padre, que sólo tenía a su hijo y a la música, se fue a buscar la gloria fuera de allí. El padre de Sungmin veló por la instrucción y la educación de su hijo, y por aquel entonces tuvieron que instalarse en Francia.

Sungmin en todas partes deslumbraba a la gente con su talento, su gracia y su deseo por saber y hacer bien las cosas. Los progresos fueron rápidos. Pero en cuanto al viejo violinista, este comenzó a decaer y parecía no recuperar fuerzas más que en verano cuando iban al mismo pueblo donde había comenzado todo. Le gustaba mucho el mar y a menudo tocaba en la playa imaginándose que el mar se aplacaba para escucharlos. Y en la época de las fiestas y bailes campestres, se marchaba como antaño con su violín y se llevaba a su hijo consigo. Los campesinos no podían comprender la conducta de aquel viejo que andaba por los caminos con aquel niño que cantaba como un ángel pero se les seguía de aldea en aldea pues nadie se hartaba de ellos.

Un día, un jovencito que estaba con una mujer, hizo hacer a ésta un largo trayecto, porque no se decidía a separarse del niño cuya voz tan dulce parecía haberlo hecho curioso. Llegaron así al borde de una playita, en aquel tiempo allí no había más que mar, cielo y la ribera dorada. Había, además, un fuerte viento, que arrastró hasta el mar el sombrerito de Sungmin. Sungmin extendió el brazo, pero el sombrero ya estaba lejos, en las olas. Sungmin oyó una voz que le decía:

El Fantasma de ÓperaWhere stories live. Discover now