Parte 7 HAY QUE OLVIDAR EL NOMBRE DE LA "VOZ"

15 1 0
                                    

Al día siguiente en que Sungmin desapareció ante sus ojos, en un destello que le hacía todavía dudar de sus sentidos, el Vizconde Choi fue en busca de noticias a casa de su bienhechora.

Se encontró con un cuadro que no esperaba. A lado de la anciana señora, en la recepción de la posada se encontraba Sungmin. Las ojeras de sus ojos habían desaparecido. 

Siwon no reconoció la faz de la víspera al aproximarse y Sungmin no se movió de su lugar, sin embargo, parecía inquieto mientras este permanecía sin decir una palabra.

–¡Cómo es eso, señor de Choi! ¿No reconoce a nuestro Sungmin? Sí, su buen "Genio", nos lo ha devuelto.

–¡Shh! –Interrumpió el joven–Creía que no se volvería a hablar de eso aquí... Además, esas cosas no le interesan al señor Choi.

–En eso está equivocado –dijo el joven, con una voz que quería aparentar resuelta –. Me interesa. Yo soy su amigo desde hace demasiado tiempo como para no preocuparme por usted.

Al oír estas palabras, la señora se agitó detrás de la recepción.

–¿Qué significa eso? ¿Sungmin está en peligro?–exclamó azorada la buena e ingenua anciana.

–Un impostor está abusando de su buena fe–declaró resueltamente Siwon, a pesar de las señas que le hacía Sungmin. – Hay, señora, alrededor nuestro, alrededor de Sungmin, un misterio mucho más de temer que todos los fantasmas y todos los genios.

–¿Y qué es lo que hay, por Dios? –suplicó impotente. ¡Me van ustedes a matar con estas cosas!

La señora se volvió espantada hacia Sungmin.

–No lo creas, no lo creas –repetía y trataba de consolarla con sus caricias porque la pobre señora comenzaba a sollozar.

–¡Entonces, dime que pasa! –imploró la pobre anciana. Sungmin callaba y Siwon prosiguió:

–Eso es lo que debe decirnos, Sungmin...

–¿No le parece, señor, que este interrogatorio ha durado demasiado?–pronunció el joven con altivez y Siwon le interrumpió:

–Déjeme decirle que quizás he visto más de lo que cree... o lo que he creído ver.

–¿Qué ha visto usted o que ha creído ver?

–¡Lo he visto al oír el sonido de la voz, Sungmin, de la voz que brotaba de la pared, o del palco inmediato... sí! Está usted bajo peligro...Entonces, Sungmin, ¿por qué se puso usted de pie como si oyera la voz de los ángeles? ¡Oh! Esa voz es peligrosa, Sungmin, puesto que yo mismo la oía... Sungmin, por la memoria de su padre, va a decirnos a quién pertenece esa voz. ¡Vamos, díganos el nombre de ese hombre!

–¡No lo sabrá usted jamás! –dijo fríamente el joven.

Y tras de esto se oyó la voz agria de la señora, que de pronto se ponía a favor de Sungmin, viendo la hostilidad con que su joven amigo acababa de dirigirse al vizconde.

–¡Si él ama a ese hombre, señor vizconde, usted no tiene por qué meterse en eso!

–En efecto, creo que Sungmin lo ama–repuso Siwon. Pero no es eso sólo lo que me inquieta, sino que...

–¡El único que debe juzgarlo soy yo! dijo Sungmin, mirando a Siwon con una expresión de irritación.–¿Por qué condena a un hombre que jamás ha visto?

–Al menos conozco el nombre... ¡Su Ángel de la Música se llama Kyuhyun!

Sungmin, al oír aquello, se traicionó en el acto. Balbuceó:

–¿Quién se lo ha dicho?

–Usted mismo.

–¿Cuándo?

–La noche del baile de máscaras. Al llegar su camerino había por allí alguien que lo escucho.

–Esta es la segunda vez que escucha tras de la puerta. ¿Quiere usted entonces que lo maten?-dijo el joven con todos los signos de hablar con toda la verdad.

–¡No le tengo miedo! Y a usted podría entenderlo pero no confía en mí. Siwon pronunció con tanta desesperación que Sungmin no supo que responder–Y ahora, Sungmin, ya no tiene usted nada más que decirme. Adiós.

El joven saludó y enseguida empujó la puerta de la recepción, dejando a Sungmin y a la dueña de la posada. Pero cuando salió del lugar, entonces se dio cuenta que el joven lo había alcanzado. Sungmin dijo:

–Yo no quería crearle problemas, se lo juro por mi padre. Le pido por favor que me perdone-esto último eran palabras de lo más sinceras.

Siwon lo miraba sin poder hartarse la vista, pero Sungmin no lo miraba.

–Yo siempre he sido su fiel amigo, así que por favor, hable, Sungmin, le suplico...

–Quería llevar esto solo-Sungmin seguía lamentándose-pero usted se ha empeñado en seguirme, y he jurado nunca verlo.

Siwon vaciló; sin duda había oído mal.

–¿Usted le ha hecho ese juramento a Kyuhyun?

–Le pido por favor que se olvide de su nombre, no lo vuelva a pronunciar.

Entonces Siwon lo pensó.

–Así que todo esto, es por causa de él.

–No–inmediatamente Sungmin negó pero después, pareció no saber cómo seguir ante aquello.

–¿Es entonces tan temible ese misterio?

Al escuchar decir esto último la mirada de Sungmin se enturbió, ya no pudo esconder todo la preocupación que le pesaba con un gesto deformado y Siwon sintió un gran dolor por las circunstancias de su amigo pronunciando inmediatamente:

-No pienso irme al Polo Norte hasta que resolvamos esto.

Sungmin, que en su inocencia no había pensado en esa posibilidad, se dio cuenta del gran peligro en el que cada vez ponía a su amigo y se reprochó amargamente.

-Está bien, está bien. Se lo contare todo a su debido tiempo. Pero a cambio debe prometer que usted debe irse al Polo cuanto antes sin importar que esto tenga o no una solución.

A Sungmin ya no le quedaba de otra y Siwon sin pensar en la honestidad de esta promesa como mero impulso acepto, entonces su amigo consintió en decirle que él sabría cuando seria el tiempo de responderle absolutamente todo para ponerle fin a esto de una vez.

El Fantasma de ÓperaWhere stories live. Discover now