Parte 6 EN EL BAILE DE MÁSCARAS

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Parte 6 EN EL BAILE DE MÁSCARAS

El sobre no llevaba sello. "Para entregar al señor vizconde de Choi". Siwon la releyó. No necesitaba más que aquello para que volviera a renacer en él la esperanza.

La triste imagen que se había formado durante un instante de un Sungmin descarado fue substituida por la otra imagen inocente, víctima de una imprudencia y de su excesiva buena persona.

Aquello le parecía soportable al lado de la sola idea de un Sungmin hipócrita y mentiroso.

Entonces, ¿hasta qué punto sería ahora realmente víctima? ¿A qué abismo lo habían arrastrado? ¿Qué había sucedido? ¿Qué monstruo lo había conseguido y con qué armas? ...¿Con qué armas sino con las de la música? Sí. ¿Había olvidado acaso el tono con que él le anunció que había recibido la visita del enviado celeste? ¿Y la propia historia de Sungmin en los últimos tiempos no debía ayudarle? ¿Acaso ignoraba la desesperación que se apoderó de él después de la muerte de su padre y el desgano que había sentido entonces por todas las cosas de la vida, hasta por su propio arte? Pero de pronto se había despertado de ese aturdimiento como bajo el soplo de una entidad divina, el Ángel de la Música lo había visitado. Canta y triunfa... ¡El Ángel de la Música! ¿Quién podría ser el que se hacía pasar ante sus ojos por aquel maravilloso genio?

Pero también pensaba Siwon que aquella hermosa ilusión no hubiera subsistido ante una experiencia tan repetida... Sungmin tendría que saber quién estaba detrás de esto.

El Ángel de la Música le estaba dando lecciones desde hacía tiempo. ¡Y ahora lo llevaba a pasear al bosque!... Siwon se preguntaba ahora con terror a qué juego le invitaba aquel joven, dándole cita en una próxima mascarada.

¿Hasta qué punto un muchacho de teatro podría burlarse de un joven completamente nuevo en el amor? ¡Qué miseria!... De este modo, el pensamiento de Siwon oscilaba de un extremo a otro.

Sin embargo, y a todo evento, se proveyó de un traje blanco. Por fin, llegó la hora de la cita. Con la cara cubierta por un antifaz y de blanco, al vizconde le pareció muy ridículo verse de mascaradas románticas. Pero un pensamiento consolaba al vizconde, el de que no lo reconocerían.

Aquel baile era una fiesta excepcional, numerosos artistas se habían dado cita con una corte de modelos y de fantasmas, que a eso de medianoche empezaron a hacer un estrépito atroz. Siwon subió la gran escalera a las doce menos cinco; no se detuvo a contemplar a su alrededor el espectáculo de los trajes agitándose, no se dejó detener por ninguna máscara bromista, y rechazó rudamente la familiaridad demasiado atrevida de algunas parejas alegres en exceso. Después de atravesar el gran foyer y de escapar de la farándula, penetró por fin en el pequeño salón que le indicaba Sungmin, uno de cuyas paredes estaba cubierta por una chimenea monumental. Allí, en aquel pequeño espacio había una aglomeración, porque era la encrucijada donde se cruzaban todos los que iban a cenar o que volvían de beber una copa de champaña. Siwon pensó que Sungmin había creído más propicia aquella aglomeración a un rincón aislado: allí, con un antifaz, se pasaba por completo inadvertido. Se recostó a la puerta, y esperó. No tuvo que esperar mucho. Pasó un traje negro y le estrechó rápidamente la punta de los dedos. Comprendió que era él. Lo siguió. Tenía miedo de perderlo entre la multitud. No le tenía ya odio. Amaba. Siwon volvía así a atravesar nuevamente tras de su guía el gran foyer del público, pero no pudo menos que notar entre la aglomeración otra aglomeración. Entre todos los grupos que se entregaban a las más locas extravagancias, un grupo se oprimía alrededor de un personaje, cuyo disfraz, actitud original y aspecto lúgubre, provocaban sensación. Aquel personaje estaba todo vestido de escarlata y llevaba un inmenso sombrero con plumas sobre una máscara blanca a mitad del rostro. El hombre de la máscara, arrastraba por el suelo un inmenso manto de terciopelo rojo, cuya cola se extendía, y en aquel manto había sido bordada en letras de oro una frase que todos leían y repetían en voz alta: "¡No me toquen!" Y alguien quiso tocarlo..., pero una mano salió de una manga, era delgada, con dedos largos y blanquecinos, y aferró brutalmente el brazo del imprudente, y éste, habiendo sentido la presión, que parecía no le iba a soltar más, lanzó un grito de dolor y de espanto. Cuando, por fin, el hombre enmascarado le devolvió su libertad, huyó como un loco en medio de la rechifla. Fue en aquel momento que Siwon viendo atentamente, se cruzó con el fúnebre personaje, que precisamente acababa de volverse hacia su lado. Y estuvo a punto de lanzar un grito. La había reconocido, era él quien estaba en el cementerio. Quiso precipitarse, olvidando a Sungmin; pero el traje negro, que parecía ser presa también de una profunda agitación, le tomó el brazo y lo arrastró fuera del foyer... A cada instante el traje negro se volvía y durante dos veces creyó ver sin duda algo que lo llenaba de espanto, porque precipitó su marcha y la de Siwon, como si los fueran persiguiendo. Así subieron dos pisos. Allí las escaleras y corredores del teatro estaban casi desiertos. El traje negro empujó la puerta de un palco y le hizo seña al traje blanco de que lo siguiera. Sungmin cerró enseguida la puerta, Siwon se quitó el antifaz y Sungmin conservó el suyo. Y en el momento que el joven iba a rogarle al cantante que se descubriera la faz, le llamó la atención ver que Sungmin se deslizó, inclinándose sobre el antepecho del palco, y echó una furtiva mirada hacia fuera, y esto le bastó para cerciorarse, porque enseguida se echó para atrás. Siwon, que comenzaba a intrigarse seriamente con las precauciones de Sungmin, le preguntó:

El Fantasma de ÓperaWhere stories live. Discover now