La Royal Academy necesitaba de alguien como ella, y aquello Ray Dark lo sabía perfectamente al momento de hacerle la propuesta a su querida sobrina.
Lisette, al contrario, no sabía el por qué de que su tío quisiera que asistiera a aquella prestigios...
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(POV Lise):
Volví al campo dando vueltas y vueltas en mi cabeza lo hablado con mi abuela, apenas percibiendo el leve gesto que mi tío me dedicó para indicarme que volvería a su oficina.
Observé con atención a los jugadores en cancha, buscando a la nueva entre ellos, sorprendiéndome al divisarla sentada en el banquillo. Si bien parecía ser el momento oportuno para acercarme y hablarle, dudaba de su postura tan cómoda al estar tan solo mirando un entrenamiento del que también debía formar parte si tenía la intención de jugar en los próximos encuentros.
Aún analizándola a la distancia, reflexioné acerca de mi próxima movida. ¿Cómo debía acercarme a ella? ¿Tenía que ser efusiva o más indiferente al presentarme? ¿Podría llegar a ser una fuente de información o sería más reservada al respecto de lo que sabe?
Sabía que de alguna forma tenía que ganarme parte de su confianza si quería tenerla como aliada, pero eso también dependía de su personalidad. ¿Será alguien agradable o desagradable? Porque, conociendo la verdad de su estadía en la Royal, dudaba seriamente de su simpatía. Si es de esas que siguen órdenes a ciegas, entonces no había forma de poder contar con su apoyo y además tendría que buscar formas de evitarla en lo posible para que no entorpezca mi misión.
Mi corazón palpitaba con fuerza ante la decisión que tenía que tomar: Acercarme y analizar las oportunidades que tenía con ella o evitar posibles futuros problemas.
«Creo que no pierdo nada con entablar unas cuantas palabras...»
La concentración de los chicos en el entrenamiento suponía me facilitaría la tarea de hablarle sin levantar sospechas acerca de nuestra relación. Ya existían demasiados rumores que me difamaban, no había necesidad de que surgieran más, menos que me ligaran con la venida de aquella desconocida.
Me acerqué al banquillo sin prisa, tratando de actuar lo más natural posible. Me senté al lado derecho de la castaña con mis ojos puestos en los chicos y los ejercicios que en ese momento realizaban, notando de reojo como sus castaños ojos me observaban con cierto nerviosismo.
Giré levemente la cabeza, dedicándole una amable sonrisa.
—Hola, un gusto —la saludé tendiéndole mi mano derecha—. Mi nombre es Lisa, espero nos llevemos bien.
La incomodidad que danzaba en sus ojos pronto desapareció, devolviéndome el gesto con cierta timidez.
—S-soy... Maddelynn, pero todos me dicen Maddie... —agachó un poco la vista a la par que sus mejillas adquirían un tono rojizo—... Un-un gusto...
«Bastante tímida... Esto puede ayudar...»
—Tranquila que no muerdo —me expresé con lentitud a la par que colocaba mi mano derecha en su hombro en un intento de indicarle que podía sentirse cómoda conmigo.
