La Royal Academy necesitaba de alguien como ella, y aquello Ray Dark lo sabía perfectamente al momento de hacerle la propuesta a su querida sobrina.
Lisette, al contrario, no sabía el por qué de que su tío quisiera que asistiera a aquella prestigios...
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(POV Lise):
Curioso. Mi tío no quiso que asistiera a las clases de hoy, aprovechando la instancia para enseñarme cada rincón del instituto, además de explicarme unas cuantas cosas importantes.
Pateé el balón que yacía cerca de mis pies, aburrida y cansada de tener que esperar.
«¿Por qué no me dejó ir a clases? ¿Acaso cree que arruinaría su figura con mis calificaciones? No, eso es imposible...»
Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me percaté de que unos chicos habían ingresado al campo. Levanté la mirada para observarlos mejor, teniendo conciencia de que no habían notado mi presencia por la despreocupada forma con la que actuaban.
Me cubrí con la capucha que llevaba puesta, ocultando gran parte de mi cabello rubio y oscureciendo mis ojos tras las lentillas verdes que ocultaban el verdadero color de estos, al ver que lentamente se acercaban a mi posición.
El capitán del equipo, el cual traía puesta una capa rojiza, comenzó a darle órdenes al resto de los jugadores para poder dar comienzo al entrenamiento, sin ver todavía que me encontraba tras de ellos.
Cuando la sesión empezó, fijé mi vista en los movimientos que se realizaban en la cancha, sonriendo al reconocer aquella peculiar forma de entrenar que se me había enseñado ya hace tanto.
Mi mente pareció vagar entre los jugadores de aquel tan conocido equipo, analizando cada jugada que se hacía y tratando de prever los posibles fallos.
En una oportunidad de tiro, al chico bajito se le escapó el balón, el cual se dirigió con rapidez hacia mí. No lo pensé dos veces antes de chutar de vuelta con fuerza, haciendo que este entrara de forma impresionante en el arco contrario a mi posición, pasando la guardia del portero, quien intentó atraparlo sin mayores logros.
Me apresuré en posicionarme cerca de ellos, tratando de mantenerme impasible frente a la curiosidad que cruzaba por los ojos de la mayoría.
Con el rabillo del ojo noté como el imponente hombre de lentes oscuros hacía su entrada y se posicionaba a mi derecha, seguramente para que pudiera presentarme de forma adecuada.
—Chicos —habló con determinación, haciendo que todas las miradas se posaran sobre él—, quiero que conozcan a alguien.
Me hizo un ademán para que diera un paso al frente, ahora todos observándome a mí.
—Hola, mi nombre es... —lo pensé. Me dijeron que tenía que mantener mi nombre en secreto si no quería que me descubrieran, pero no había pensado en algún apodo o algo que me ayudara a ocultar mi identidad, soltando lo primero que se me vino a la cabeza— ... es Lisa... Lisa Thunderbreak...
Tarde me percaté que había revelado mi apellido, pero además había mencionado un nombre que parecía olvidado en mi familia.
«Aish... ¡Tonta! ¿Cómo fue eso lo primero que se te ocurrió?...»
