La Royal Academy necesitaba de alguien como ella, y aquello Ray Dark lo sabía perfectamente al momento de hacerle la propuesta a su querida sobrina.
Lisette, al contrario, no sabía el por qué de que su tío quisiera que asistiera a aquella prestigios...
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El hombre que se encontraba detrás del enorme escritorio la miraba sin siquiera pestañear.
—Lisette, serás transferida a la Royal Academy —la rubia no le respondió, a lo que él continuó—: El lunes te quiero aquí antes de las 8:00.
—Pero, ¿mi equipo...? —a pesar de ya haber firmado el acuerdo, no se esperaba que el cambio fuera tan repentino.
—Tendrás que dejarlas. Si quieres puedes ir a visitarlas una vez al mes, pero te quedarás en la Royal hasta que yo lo diga —el hombre la miraba impasible, esperando una única respuesta de su parte.
—Sí, comandante —la chica no dudó al responder y se giró tras hacer una reverencia, dispuesta a marcharse.
—No es necesario que utilices formalidades conmigo, sobrinita —él la detuvo, haciendo una pausa antes de agregar—: Y recuerda que tu identidad no puede ser revelada.
Sin decir nada más, la joven salió del despacho de su tío y caminó por los oscuros pasillos de aquel instituto, con cuidado de que nadie la viera.
Tenía que admitir que aquello podría perjudicarla, pero, y conociendo a la perfección la forma de ser de su tío, sabía que era mejor aceptar.
Afuera del instituto la esperaba una mujer similar a ella con la única diferencia en sus ojos que eran color esmeralda.
—¿Qué te dijo? —la mujer no expresó ningún sentimiento al momento de preguntar.
—Seré transferida a la Royal el lunes...
—Ten cuidado, Lisie —dijo luego de subirse al vehículo que las esperaba para volver al Instituto Forest—. Ese hombre no es de fiar...
—Yo confío en él. Sé que lo hace por mí y por mi madre... —susurró la chica.
El resto del trayecto se mantuvo silencioso. La presidenta de la AFF guardó silencio para que la joven pensara en qué hacer y en cómo le contaría a su equipo la noticia.
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