Venir y hablar sobre el amor, es muy raro para muchas personas. Aunque existe la variedad en ese sentimiento tan omnipotente. Hablarte del amor de conversar con nuestra madre, aprender a dar las cosas sin pedir nada cambio, enseñarle a tu hijo a caminar, pero más que todo es hablarle de ella. Quizás el amor es más que palabras y versos en una hoja. Es ese su venir tan profundo, es catalogado como la magia del universo.
Son acciones, son reacciones, que el amor humano gesta diariamente por esa persona quien nos llena los pulmones de aire. Son gesto que cometemos por esa otra mitad que elegimos. Son caminos que decidimos tomar, por saber en nuestro interior que es el lugar correcto que debemos andar. Y eres tu, la chica que se apareció en todas esas metáforas anteriores, que me inspira a escribir todas estas cosas.
Siendo ese silencio tan aliviador, después de esa tempestad. Volviéndote esa luz en mi habitación tan oscura, o como dirían en Venezuela, eres esa mantequilla que hace sublime a mi arepa. Ese eres tu, mi bolígrafo a mitad de cada letra que forjo y sin duda el oxigeno que alimenta mis pulmones cuando quedo entre cortado. Ese eres tu, la niña de mis sueños, que de pronto se volvió realidad.