↢9↣

715 76 9
                                    

-¿Te asusté?

-No.

-¿Abres la puerta?

-No.

-¿Por qué?

-No te conozco.

-Soy pequeño.

-Ese es el problema.

-¿Cómo?

-No socializó bien con los niños, me llevo mejor con los adultos, son divertidos.

-Pues perdón por ser pequeño.

-No puedes hacer nada al respecto.

-Tu también eres chiquito, ¿por qué hablas como si fueras grande?

-¿Qué?

-Dices palabras raras como mi papá.

-Yo no hablo raro, a ti te falta léxico y vocabulario.

-¿Vocabulario?, oye yo me sé muy bien todas las vocales y ya se leer.

-No me refería a eso.

-Por eso no te llevas bien con los pequeños.

-Solo baja a jugar.

-Pero quería jugar contigo.

-¿Conmigo?

-Si, tu papá me dijo que dibujas muy bonito. Tengo unos plumones nuevos.

Jungkook nunca fue un niño que disfrutara de compañías ajenas, siempre habían sido su papá y él, tomaba clases privadas en la comodidad de su hogar por lo que no estaba acostumbrado a socializar con niños o siquiera intercambiar palabras. No tenía familia externa, algún primo segundo o lejano, y si fuera el caso ni de broma llegaría a conocerlos.

Es por eso mismo que su pensar era desarrollado y estructural, era una pequeña réplica de su padre. Claro que eso no quería decir que este dejaba de ser un pequeño niño de tan solo cuatro años, uno que amaba ver aquellas caricaturas japonesas de lunes a jueves a eso de las tres de la tarde, que le encantaban todas y cada una de sus materias, que amaba comer un buen plato de arroz con huevo encima y una lechita de banana, que amaba los colores, que era un pequeño prodigio en todo lo que hacía y sobre todo que amaba poder expresarse mediante el papel y lápiz.

Jungkook era un niño reprimido, que le preguntaba al cielo un por qué, ¿por qué su mami tuvo que irse sin siquiera haberla conocido? Seguía creyendo que había sido su culpa. Es por eso mismo que no se permitía ciertas libertades, desgraciadamente el ser consciente no podía dejar pasar la culpa de aquella incertidumbre.

Pero ahí estaba, en esa situación tan peculiar. Se miró los pies dudando de su querer, era mucha tentación. En todo el día no había podido tocar siquiera un papel, ya que desde temprano su padre lo llevó a los distintos edificios para ver personas que desconocía. Es por eso mismo que la invitación del niño desconocido, no sonaba tan mal.

Además, el niño parecía ser un parlanchín de primera, tenía una voz bonita y le hacía gracia el que no entendiera en ocasiones a lo que se refería. A parte..., tenía plumones nuevos.

-¿Te dormiste otra vez?

-Esta bien. -dijo girando la dura perilla de la puerta.

Y abriendo está con suma cautela, asomó sus grandes ojitos de venado buscando curioso la causa de su nerviosismo.

....

ᵉⁿᵗᵉ | ᵏᵒᵒᵏᵛ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora