1

92 10 9
                                    

Cuando creía que lo peor que me podía pasar era llamarme Zelda o que me haya teñido por accidente el pelo de un rojo extremadamente llamativo... llego algo peor.

No recuerdo bien cuál fue mi primera reacción al ver aquellas fotos, pero lo que hice después fue vergonzoso, es decir, no debe ser normal ver a una mina pelirroja-mal teñida, por cierto- llorar en un estacionamiento como si el amor de su vida se hubiera muerto... aunque de cierta forma, se sintió así.

¿Hasta qué punto nos puede cegar el amor? ¿Por qué nunca escucho a las personas pertenecientes a mi círculo cercano?

—Zelda—me sobresalte cuando alguien golpeo la mesa de la cafetería, si, no me atreví a irme a mi casa y a penas deje de llorar me vine derechito hasta acá, buscando una paz que se veía afectada por la presencia de mi mejor amiga.

—Me quieres matar—me queje haciendo un puchero, frente a mí se encontraba la Star. Sí, yo cuando me juraba bilingüe comencé a llamarla así.

—Exagerada—se burló—¿Qué haces aquí?

—Tomar... ¿café? —dije, aunque más bien fue una pregunta, ella negó.

—Tienes que ir a tu casa.

—No quiero, no soportaría la convivencia...

—Tu decidiste irte a vivir con él—suspiro—siendo sincera no sé cómo soportarás hasta fin de año, pero debes hacerlo, ya sabes, enfrentar la situación.

—Soy una tonta, Star.

—Estabas enamorada.

—Sigo enamorada—aclare, si, definitivamente soy una tonta.

—¿De verdad no te puedes quedar con nadie más? —pregunto preocupada—tu sabes que te llevaría a mi casa, pero...

—Sé que no puedes—le sonreí para tranquilizarla—podría ir donde el Julián.

—¿Podrías?

—O sea, sé que vive con más amigos, pero de seguro tiene un sillón en el que puedo vivir.

—Llámalo entonces—me animo.

—No sé. Probablemente no tendrá problemas, pero no quiero vivir con otro extraño—suspire.

—Zelda, lo vas a conocer así que no será un extraño.

—Pero igual, sabes que tiendo a ser demasiado torpe y desordenada.

—Y tienes un humor de mierda.

—Gracias—entrecerré los ojos.

—De nada—sonrió burlona—pero igual hazlo, porque no te mereces ver la cara del imbécil todo un año y quizás más...

—Mi tía me va a matar, imagínate que ya pagamos una parte—hice sonar mis uñas en la mesa buscando una posible solución.

—Pero es necesario—asintió brindándome seguridad.

—Ya, lo haré—hice una mueca, tome mi celular y suspire mirando el fondo, supongo que es momento de un cambio.

En todo sentido.

En todo sentido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ExtrañosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora